Hace muchos años, cuando la fuente de Punyaro solo era un espacio pantanoso con pogyos, adonde las personas de la ciudad de Otavalo acudían para abastecerse de agua o bañarse, se hablaba de un personaje particular y misterioso llamado “la gallina de oro”.

Algunos vecinos decían que la habían visto cerca del lugar, brillando como oro, pero nadie sabía a ciencia cierto si esto era verdad.

La gente mayor aconsejaba a los menores de la siguiente manera: “Si ves a la gallina con unos pollitos resplandeciendo como el sol, sácate rápido la chalina o el saco y cógela enseguida porque se convertirá en oro”.

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Mariano Pineda, un niño de 7 años que vivía en el barrio San Blas, en la ciudad de Otavalo, cuando su padrastro lo retaba, acudía a la casa de su tía Manuela, ubicada en el barrio vecino de Punyaro para dormir allí durante la noche,

Una noche, al cruzar por unos terrenos cerca de las vertientes, el muchacho se sorprendió, no podía creer lo que sus ojos veían: era una gallina dorada que estaba acompañada de muchos pollitos que resplandecían como si fuesen luciérnagas.

Mariano, al ver que era perseguido por este grupo de extraños seres, pegó un grito del susto y salió corriendo.

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Al llegar a la casa de su tía Manuela. con una cara pálida y entre dientes, el niño apenas le pudo contar lo sucedido.

Su tía, muy creyente de estos fenómenos, le dijo: “¡Tenías que sacarte el saco y taparla junto a sus pollitos para que se convirtiera en oro! Pero lo que sí tendrás es mucha suerte en la vida y serás un hombre de bien, como todas aquellas personas que la han visto alguna vez”.

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Así fue. Mariano Pineda llegó a triunfar en la vida, convirtiéndose en uno de los compositores y músicos más destacados no solo del entorno, sino también fuera de él. (F)

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