Tráfico de tierras, autodescubrimiento adolescente, dramas familiares, aceptación de la muerte y misterio fueron parte de los guiones que se trasladaron a la gran pantalla y que marcaron un 2016 con presencia notoria de películas ecuatorianas en los cines nacionales.
Con ocho reconocimientos internacionales, entre ellos mejor película en el International Women’s Film Festival Cologne, la cineasta quiteña Ana Cristina Barragán ha levantado en alto la bandera tricolor con su primer largometraje Alba.
La cinta, que se estrenó hace dos meses aproximadamente, trata la vida de Alba, una niña que experimenta su paso a la adolescencia luego de que su madre es ingresada a una clínica y debe vivir con un padre que apenas conoce. Alba estará en competencia y exhibición, más de 30 festivales mundiales.
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Sebastián Cordero volvió a recrear vivencias cotidianas en su sexta película Sin muertos no hay carnaval, que contó con la actuación de rostros locales entre ellos Andrés Crespo, como uno de los protagonistas. El filme, que se estrenó en agosto, fue seleccionado por la Academia de las Artes Audiovisuales y Cinematográficas del Ecuador, para representar al país en la categoría Mejor película de habla no inglesa de la edición 89, de los Premios Óscar.
Una historia más novedosa es la que mostró en julio el quiteño Joe Houlberg en su ópera prima Sed. Este thriller psicológico sitúa al personaje principal Sara, una joven no vidente, en medio de una hacienda, mientras revive sus recuerdos.
Sed se presentó en el Marché Du Film, de Cannes y en el Chicago Lati Film Festival.
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Roberto Manrique apostó por sumarle a su trayectoria la producción ejecutiva del filme Translúcido, que dirigió el venezolano Leonardo Zelig y se estrenó en noviembre. En este Manrique aborda los últimos meses de vida de su personaje, diagnosticado con cáncer.
Con alas pa volar, en el género cómico dramático, puso en escena a un novel Felipe Centeno, del reality Pequeños Gigantes, como el responsable de unir a sus padres, un piloto de avión y una publicista separados. Álex Jácome dirigió esta película.
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Acariciando mi niño expuso la pedofilia como argumento principal del director quiteño Santiago Terán, quien busca con su primera producción prevenir el abuso infantil. En la pantalla, Álex Altamirano es un coreógrafo que intenta reprimir su atracción sexual hacia las niñas.
Instantánea, la película ganadora del Consejo Nacional de Cinematografía de Ecuador 2012, también incluyó a niños en su elenco. Dirigida por la colombiana Catalina Arango, y con producción de la ecuatoriana Alexandra Mora y Patricio Rodríguez, el filme retrata las vacaciones de dos pequeñas que retratan con una cámara instantánea sus vacaciones en la playa.
Xavier Bustamante se decidió por el género de acción y suspenso en Entre sombras: Averno, aquí recrea la vida de un asesino en serie y del policía que lo investiga.
La cinta, en la que actuaron Carlos Valencia y Juan Pablo Asanza, se filmó en 25 días y se rodó con el sistema cooperativo. (I)
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