Osos andinos, tapires de montaña, pumas, conejos, lobos de páramo, chucuris, venados, puercoespines, jaguares, ocelotes, monos araña y chorongos, osos hormigueros y armadillos gigantes.

Son solo algunos de los mamíferos que alberga en su geografía, que incluye la presencia de tres volcanes –el Sangay, el Altar y el Tungurahua– en medio de la selva, y en una topografía difícil, con algunos sitios escarpados y otros rodeados de valles con laderas empinadas, cerros y picachos rocosos. Se trata del Parque Nacional Sangay (PNS), la única área protegida del Ecuador continental declarada Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco, uno de los parques más biodiversos del país y del que todavía no se conoce a toda su flora y fauna, aunque ya se han hecho investigaciones.

Lo dice el Ministerio del Ambiente (MAE) en la web del Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Y los estudios que se han hecho y se siguen desarrollando llegan, entre otras, a esa misma conclusión. “El PNS mantiene grandes cantidades de bosques prístinos y numerosas zonas inexploradas... probablemente esas áreas estarían resguardando especies aún desconocidas”, dice uno de los estudios más recientes y que apunta el reflector a los mamíferos no voladores de esta área natural creada en 1975.

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Es el que fue liderado por Jorge Brito, curador de Mamíferos del Instituto Nacional de Biodiversidad, y Redd Ojala-BarBour, que concluye que la reserva de 502.105 hectáreas de extensión sería el hogar de 103 mamíferos no voladores incluyendo a las 86 especies que ellos registraron, identificaron y hasta descubrieron en el campo.

“103 especies tenemos identificadas como mamíferos no voladores en el Parque Nacional Sangay... Nosotros registramos directamente las 86 especies y las otras más ya estaban registradas”, aclara Brito. La cifra posiciona al Parque Sangay como el área natural de mayor riqueza de mamíferos no voladores de los Andes de Ecuador y como la segunda más diversa de los Andes Tropicales.

Entre diciembre de 2010 y junio de 2015 Brito Ojala-BarBour visitaron nueve locaciones, situadas entre los 1.300 y 3.650 metros de altura. Allí, en esos entornos, usaron una metodología que incluyó trampas impregnadas con un preparado de avena, esencia de vainilla y coco. Y esa mezcla dulce dio paso a que determinen que de las 86 especies numeradas, 36 (41,8%) fueron roedores, el orden más diverso.

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Entre esas 86 figuran los primeros registros para el Parque Nacional Sangay como el marsupial Marmosa rubra. De los roedores Chilomys instans, Neusticomys vossi, Ichthyomys cf. stolzmanni, Thomasomys fumeus, Dactilomys dactylinus, Echimys cf. saturnus también son los primeros reportes en el Parque.

Además, se dieron hallazgos de especies endémicas. “Ahora justo en este estudio tenemos otra especie más nueva. Se trata de una rata Rhipidomys sp, esa hasta ahora solamente ha sido registrada en el Parque Nacional Sangay, en ningún otro lugar del planeta”, precisa Brito.

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En cuanto al ratón Thomasomys hutsoni, esta se trata de la segunda localidad para la especie y primer reporte para el PNS, señala el artículo científico editado por el Museo de Zoología de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, y publicado en junio pasado.

Pero, ¿cuál es la importancia ecológica de esta microfauna? Brito explica que su presencia es muy importante dentro de un ecosistema principalmente porque son la base de la cadena alimenticia, las presas principales de los mamíferos más grandes. “Cuando los micromamíferos, los ratones, las raposas, ratones marsupiales, musarañas, cuyes de monte, desaparecen entonces los primeros en sufrir las consecuencias son lobos de páramo, son tigrillos, incluso el puma, búhos, lechuzas y muchos de esos animales al no tener comida. Al no tener suficientes ratones o mamíferos pequeños, ellos se acercan a las fincas de los habitantes cercanos y empiezan a alimentarse de aves de corral, de terneros, de ovejas y... el campesino cobra venganza... sale con sus armas y mata, por ejemplo, al puma, al tigrillo, al lobo de páramo y ese es el problema. Entonces al momento que rompemos la cadena de los mamíferos chiquitos, estamos rompiendo con la armonía del ecosistema”, advierte. (I)

Amenazas
Reserva Natural

Degradación del bosque
El estudio concluye que aunque el personal del PNS mantiene un control para evitar la ampliación de la frontera agrícola, el rápido crecimiento poblacional por parte de las comunidades amenaza con la pérdida de diversidad. Jorge Brito indica que se sigue talando el bosque, del cual las especies dependen directamente, para conseguir una mayor extensión de potreros.

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Estrategias
Una de las medidas que señalan es la de proteger los lechos de los ríos, la vegetación, que sirve de corredores ecológicos naturales para que la microfauna y la fauna grande se movilice. La falta de conexión entre los bosques, dice Brito, ocasiona que las poblaciones de fauna se aíslen genéticamente.

103
Especies de mamíferos no voladores que habitan aquí han sido registradas en el Parque Nacional Sangay.