Al igual que David Bowie, otro gigante de la escena musical contemporánea que desapareció este año, el canadiense Leonard Cohen, se despidió de sus fans y de la vida con un último álbum lleno de premoniciones sobre la muerte. Fallecido el jueves pasado, a los 82 años, había lanzado hace unas semanas su decimocuarto disco, You Want It Darker. Susurrando su voz grave, esta vez acompañada por un contrabajo, en este álbum el poeta se ve en la condición final del hombre y cuestiona la naturaleza de un Dios todopoderoso.

Ya ampliamente abordada en Hallelujah (1984), uno de sus más grandes éxitos, su relación con Dios aparece esta vez para hablar de la muerte. “Hineni, Hineni/ Estoy listo, mi Dios”, canta Cohen estas palabras en hebreo que significan “aquí estoy”. Cohen había dedicado hace unas semanas su última aparición pública a una sesión de escucha de su decimocuarto disco en su casa de Los Ángeles. Con picardía, el poeta dijo en esa ocasión a los periodistas que tenía “la intención de vivir para siempre”, quizás bromeando luego de haber asegurado en una entrevista previa con la revista New Yorker que estaba “listo para morir”. (I)