El historiador pillareño Luis Lara comentó que la Diablada Pillareña toma el nombre hace cerca de 90 años cuando de esta comenzaron a formar parte niños y mujeres, que antes eran conocidos como los diablos de Píllaro.

También comentó que la tradición nace por la creatividad de los jóvenes de la parroquia Marcos Espinel y el barrio Tunguipamba, porque de un sector se iban al otro en busca de las enamoradas y que ahí se producían riñas, que así pasaron varios años hasta que en uno de los bandos se decidieron vestir de diablos, que a los gritos de achachay y arrarray les hicieron asustar a los del otro lado hasta hacerles correr, entonces les gritaron por inocentes, desde ahí se baila del 1 al 6 de enero, sostuvo.

Ángel Velasco, artesano que elabora las caretas de los diablos, manifestó que la mayor evolución que ha surgido en este elemento importante de la Diablada Pillareña es el aumento en el número y tamaño de los cuernos, pero que los rasgos originales se mantienen con nariz puntiaguda y media agobiada, además de la boca con gestos de fiereza. (I)

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