Eran las 19:30 del 1 de noviembre cuando, sin anuncio previo, el animero apareció en el altar mayor de la iglesia San Juan Bautista.

Los feligreses que se aprestaban a participar en la eucaristía en silencio escucharon el cántico que el animero conminaba a despertarse y rezar por los difuntos, esto hacía pensar en el escenario ideal para ambientar una tradición que viene desde la época de la Colonia y que sigue vigente en Yaruquíes, la quinta parroquia urbana de Riobamba.

Tras la misa celebrada por el sacerdote Carlos Romero, Luis Granizo, de 57 años de edad y 39 de cumplir con el ritual de animero, cantaba en tono fúnebre: “Levanten almas dormidas a rezar tres padrenuestros y tres avemarías por las benditas almas del santo purgatorio”.

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Luego, al ingresar al cementerio, se escucharon ligeros murmullos de los espectadores, la mayoría cargados de diversos comentarios.

Tras la bendición que otorgó en el cementerio el sacerdote parroquial, al término de la eucaristía salió el animero del cementerio. Entonces los turistas lo abordaron con los flashes de sus cámaras para llevarse la foto del recuerdo. (I)