Si uno indaga en la obra literaria de Javier Vásconez siempre encuentra elementos de la novela negra pero, además, un afán por construir puentes literarios que conectan a Quito con otras ciudades, en un claro intento por sacarle, según sus propias palabras, de su “ensimismamiento, intelectual y geográfico”. Ocurre también en su última novela ‘Hoteles del silencio’, que ha presentado durante estos días en España. En sus páginas transita el Madrid que asistió al boom de la inmigración latinoamericana y el barrio El Dorado de la capital ecuatoriana. Este contrapunto está íntimamente relacionado con su vida. Vásconez, durante su permanencia en un internado en Inglaterra, frecuentaba esta ciudad “polvorienta y franquista”. Era un adolescente de entre 12 y 15 años. Pese al paso del tiempo, aún perviven intactos “cierto tipo de cafetines, de hostales, de calles”. En esos hoteles de segunda categoría que hoy inspiran su nuevo libro y por los que han pasado miles de inmigrantes recién llegados, el autor quiteño leyó a Juan Benet, a Mario Vargas Llosa o escribió ‘La Sombra del Apostador’.

Hoy son el escenario de una “novela sobre la destrucción de un mundo de referencia”, en opinión de José Andrés Rojo, periodista de El País, quien acompañó a Vásconez en la presentación de la obra en la librería Alberti. Sus personajes, al vivir sus inseguridades y temores en una ciudad que asiste a una situación paranoica, obligan al narrador a “administrar y negociar de manera permanente con el miedo”, añade el también comunicador Javier Rodríguez Marcos. El suspenso en torno al triángulo amoroso entre Tito, Loreta y Jorge Villamar (personaje de La Piel del Miedo) crea una tensión que empuja al lector a avanzar en la lectura de esta historia contada en dos tiempos verbales, el subjuntivo y condicional. Una historia de celos, repleta de conjeturas, que vuelve a demostrar cómo se puede abordar asuntos universales con una mirada distinta. (E)