Pedro Naula Damián, 59 años, oriundo de la parroquia Licto, Riobamba, recuerda que cuando tenía 14 en su tierra natal aprendió el oficio de la talabartería. En la actualidad tiene su taller y local en las inmediaciones de la plaza Urbina, en Ambato, y con añoranza cuenta sobre este oficio.

Trabaja en forma manual en la confección de zamarros, monturas e implementos que usan los chagras, que se dedican a las tareas en los páramos.

Mencionó que en sus inicios los zamarros eran confeccionados con piel de tigrillo, pero por su desaparición se prohibió su uso y ahora se utiliza el cuero de borrego, llamingo, chivo, venado e incluso ganado vacuno.

Publicidad

Confesó que en cada zamarro trabaja un día y su valor está entre $ 80 y $ 90. Incluso ecuatorianos que viven en España y Estados Unidos los han comprado para las comparsas que efectúan en esos países.

Comentó que confeccionar una montura “bien trabajada” le toma quince días y puede costar entre $ 700 y $ 750. Pero se lamentó de que en los últimos años la venta bajó en forma considerable, hay ocasiones en que una se comercializa a los seis meses o una vez al año.

Con nostalgia considera que poco a poco la talabartería va en descenso. Cree que luego de sus dos hijos, Diego Armando y Patricio, que aprendieron y ejercen esta actividad, se terminará esta tradición por lo menos en su familia, aunque comentó que en sí artesanos que se dedican a “este arte” ya quedan muy pocos.

Publicidad

“Ya somos los últimos maestros que estamos quedando, así como se terminaron oficios como la hojalatería o la herrería, la talabartería también llegará a su fin y eso me da mucha pena porque esto ha sido como un padre y una madre de la que he vivido y me ha mantenido”.

Naula aseveró que por esa razón desde hace aproximadamente seis años se dedicó a confeccionar trajes de los pueblos de Salasaca, Otavalo, Cayambe, Pilahuín, Puruhá y otros; así como de chagras, yumbos, diablos de Píllaro, para alquilarlos para las comparsas que se realizan en las fiestas populares.

Publicidad

Espera que las festividades en los pueblos se mantengan porque considera que las comparsas son una tradición para resaltar la cultura ancestral del Ecuador. (I)