Con la idea de traer cine de calidad de productores europeos y que pueda ser visto por los amantes de este arte en Ecuador surge el festival Eurocine, que inició sus proyecciones el pasado jueves en la sala del Ocho y Medio, en Quito.

Karla García, productora general del festival, comentó que “por lo general son películas que no las ves en las carteleras de cine nacionales, porque implican negociaciones difíciles para que puedan ser vistas aquí”. Dice que desde el 2004 (año de la primera edición de este encuentro) trabajan en conjunto con la Embajada de Bélgica en Perú para crear lazos de alianza en Europa.

En esta decimotercera edición hay 71 filmes. García destaca la exhibición de las obras de la fallecida cineasta belga Chantall Akerman, que se presentarán por primera vez en el Ecuador.

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También se cuenta con la presencia del español José Luis Guerín, director de la cinta La academia de las musas, como artista invitado.

Para la presentación, señala García, cuentan con ocho sedes: la sala Ocho y Medio en Quito, la Alianza Francesa en Guayaquil (dos sedes), Quito, Portoviejo y Cuenca, la Universidad Eloy Alfaro, en Manta, y un espacio en el cantón Jama organizado por la fundación AMI, destinado a las víctimas del terremoto del 16 de abril.

La proyecciones se realizarán hasta el 15 de octubre. En Guayaquil se presentarán Camino de la cruz, de Dietieh Bruggemann (Alemania); John From, de Joao Nicolau (Portugal); Corazón gigante, de Dagur Kári (Islanda), el 4, 5 y 14 de octubre, respectivamente, a las 20:00, en la Alianza Francesa (Hurtado y José Mascote).

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La española Mariana Moreno fue la curadora a cargo de la selección de películas. Las dividió por categorías: Mapas, donde se muestran filmes con temáticas de extranjerismo; Memorias, en la que encajan las cintas que vinculan la música y el cine; en Foco se proyectan los largometrajes especiales de Akerman y Guerín.

“El público experimentará un cine contemporáneo que muestra una Europa fresca y diversa, que atraviesa situaciones adversas, como Latinoamérica”, concluye García. (I)