Al argentino Nicolás Capelli se le presentó como un "gran reto" dirigir, para el cine, un proyecto histórico que hoy está recorriendo salas de Sudamérica. Un reto que difícilmente vuelva a asumir. Sencillamente porque no quiere. Le resultó muy agotador.

Es que trabajar con la historia no solo requiere basarse en documentos, entrevistar a historiadores o leer un sinnúmero de libros y artículos difíciles de hallar, sino también enfrentarse a los críticos, a esos que, políticamente, no comparten con lo planteado en la obra del autor. Capelli asumió el reto de llevar al cine a las dos más grandes figuras de Sudamérica, a los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín. Más complicado aún para él: Rodó sobre el famoso encuentro que estos revolucionarios mantuvieron el 26 de julio de 1822 en Guayaquil, del que no existen documentos, tratados, firmas, imágenes... Nada.

Pese a las dificultades y ante su negativa de querer volver a dirigir un proyecto cinematográfico de carácter histórico, "a menos que mañana cambie de opinión", Capelli está más que contento con su película. La llamó El encuentro de Guayaquil y ahora él está en esta ciudad para presentarla en el marco de la segunda edición del Festival Internacional de Cine.

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Se sumergió en este proyecto porque siempre le sedujo la figura del libertador argentino San Martín, porque desde niño la vio como de bronce, celestial, como si hubiese sido una especie de dios. Mientras que a Bolívar, como dice él a este Diario, lo retrataban en Argentina como "el barro de la historia", como el malo, por "defender intereses" de los empoderados. "Tal vez pensaban lo contrario los de Centroamérica", dice en referencia a los colombianos, venezolanos y ecuatorianos, para quienes Bolívar fue su libertador.

Por eso él quiso retratar a San Martín y Bolívar humanos, a los hombres que se equivocan, al que se rendía y al que luchaba por ideales como los políticos serios.

Y es que ellos fueron eso, políticos. "San Martín nunca podía estar a favor del modelo liberal, un modelo donde el pueblo, el trabajador esté oprimido, donde la masa desocupada sea moneda de cambio", dice Capelli respecto a su libertador.

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San Martín y Bolívar fueron tan políticos como su trabajo, como todo trabajo cinematográfico, recalca, como lo es todo en esta vida: política.

"No solo nuestra película es política, toda película es política, todo cine es político, todo programa de televisión es política, toda acción cotidiana de cualquier ciudadano es política y el arte no puede estar ajeno a eso, el arte de por sí es político", afirma el cineasta, quien argumenta su tesis con el legado de Leonardo Da Vinci: "En cualquiera de sus obras él hizo política".

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Reconoce que él hace cine convencido de que, a su vez, hace política. "A mí me parece que nuestra industria debe tener la valentía de decir que no podemos hacer un producto artístico separándonos de las concepciones ideológicas, sociales y políticas", termina.

Entonces, ¿cuál fue su planteamiento con la película que trajo a presentar? Capelli responde: "Es: pasaron 200 años y ese sueño de la Patria Grande sigue siendo un sueño, más por los criollos que nos quieren vender que por los gringos que nos quieren comprar".

Fotograma del filme, en el que se observa el encuentro de Bolívar (i) y San Martín.

Ahora que recorre las calles de Guayaquil, su principal malecón, y observa la cantidad de monumentos, a este cineasta, de 34 años, se le cruzó otro pensamiento. "Viendo el monumento a (Antonio José de) Sucre me di cuenta de que nos vanagloriamos en hacer monumentos, a festejar a los vencedores de las guerras, nunca a los tipos que se sientan y a través de acuerdos logran los triunfos por la paz. Pareciera que tenemos la necesidad de festejar a los que derraman sangre".

Dice que el encuentro de Bolívar y San Martín se dio para justamente evitar un derramamiento de sangre. Pero para no irse tan lejos, Capelli recordó un encuentro de la Unasur. "Ahí se evitó el derramamiento de sangre entre Venezuela y Colombia gracias a los presidentes de la región que se reunieron y en una charla de casi dos días lograron no ir a una guerra. Digo, esas cosas deberíamos empezar a pensar, no sé si para hacer un monumento, pero por lo menos para tomarlas como ejemplo".

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Por su película, que participa en el festival de cine y se proyecta esta noche en el auditorio del MAAC, Capelli recibirá un reconocimiento por parte del Cabildo porteño. "Es muy gratificante, porque uno nunca piensa en traspasar fronteras, y que ese reconocimiento venga del Municipio de Guayaquil es un alto honor".

Capelli no es el único que se ha subido a este barco del revisionismo histórico. En su Argentina natal, este encuentro entre Bolívar y San Martín también se lo vio en dos obras de teatro, una denominada Guayaquil, una historia de amor, dirigida por Manuel Iedvabni y original de Mario Diament; y la otra que llevó el mismo título de su película. Del texto de esta última, escrito por Pancho O' Donnell, Capelli se basó para hacer El encuentro de Guayaquil.

Durante sus pocos días en la ciudad (llegó el martes y se regresa a Argentina este domingo), el cineasta también mantiene conversaciones para que las cadenas de cine locales exhiban el filme en sus salas. Mientras, El encuentro de Guayaquil continúa recorriendo festivales latinoamericanos, como ya lo hizo en Medellín, Mar del Plata y Pinamar. (I)

Datos del filme

- El encuentro de Guayaquil tiene como protagonistas a Pablo Echarri (San Martín) y Anderson Ballesteros (Bolívar).
- Es una producción colombo-argentina y dura 102 minutos.
- Fueron 5 semanas de rodaje. El 80% en Luján, la ciudad natal de Capelli y ubicada en la provincia de Buenos Aires; lo demás lo hizo en otras locaciones del país.
- El filme tuvo un presupuesto de 5 millones de pesos (unos 500 mil dólares).
- Durante su visita en Guayaquil, Capelli comparte sus experiencias en universidades.