El olor a comida típica se percibía desde la intersección de las calles Tomás Martínez y Córdova, en el centro de Guayaquil. Era el olor a bollo, seco de pato, sánduche de chancho y otros. Los aromas salían de varios estands del Festival de la calle Córdova, Primera Feria Intercultural y Gastronómica Porteña, que se realizó ayer.

En medio de la calle Córdova entre Tomás Martínez y Mendiburu, una bacinilla de metal, un rollo de papel higiénico, arroz dulce, colaciones, una funda de detergente y otros objetos colgaban del tradicional palo ensebado.

Al pie de este símbolo popular de las fiestas fundacionales de Guayaquil, decenas de personas atentas seguían los movimientos de los grupos de danzas folclóricas Retrovador y Folcosta. Los bailarines zapateaban las tablas de la tarima que se levantó para esta cita intercultural, organizada por la picantería La Culata.

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Los asistentes compraron platos de seco de pato, cada uno a $ 4; sánduches de chancho, a $ 3,50. Cerca del puesto de bollos de albacora, que se los vendía a $ 2,50, estaba un montubio usando un celular de última generación. Tras un par de preguntas, dijo que es miembro del grupo de danza típica Ballet Spondylus, de Manta. Giancarlos Rodríguez destacó que se deben preservar estas representaciones típicas para las futuras generaciones.

En el norte de Guayaquil también se desarrolló el Festival de Integración Cultural Uniendo Fronteras, organizado por la Asociación Amigos Mira, Trabajo de Corazón, en la Fundación Caballito Zeballos, ubicada en Sauces 2. En varios estands se ofrecieron comida típica nacional y recetas colombianas. Visitantes comieron llapingacho, lechona, entre otros platos.

“La asociación busca enseñar valores a la sociedad. Fomentar la revalorización de nuestra cultura y la de los otros países”, destacó Máximo Monserrate, secretario nacional de esta organización sin fines de lucro. (I)