Me refugio en la presencia protectora de Dios.

Seguro y a salvo
Una madre que protege amorosamente a su hijo. Un maestro que motiva a un estudiante. Una enfermera que cuida de un paciente. Estos son ejemplos de personas que ofrecen ayuda para satisfacer las necesidades de otros. Esta es una realidad diaria de cómo la gente trabaja junta para proporcionar seguridad y cuidado a los demás. También existe una realidad de seguridad espiritual, la cual experimento al confiar en Dios. Con Dios estoy protegido. Estoy en paz. Tengo la certeza de que mis necesidades son satisfechas. Al refugiarme en Dios, siento la plenitud de su amor. Esto me permite continuar con mi día con fe en que la presencia protectora de Dios va delante de mí, proporcionándome amparo y ayudándome a tomar decisiones sabias y cabales.

Salmo 16:1
Cuídame, oh Dios, porque en ti confío. (F)

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