La eterna rivalidad entre los Montesco y los Capuleto; así como la tragedia de amor de Romeo y Julieta vuelven hoy a las tablas guayaquileñas. Hasta el 20 de agosto artistas, dirigidos por Jaime Tamariz, ponen en escena Romeo y Julieta, en el Teatro Sánchez Aguilar.

Detrás de la historia amorosa que envuelve a estos jóvenes y a sus familias hay una ardua preparación, tanto física como emocional, manifiesta el director, que consideró agregarle su sello personal para volver atemporal esta obra.

Uno de los distintivos de los que refiere Tamariz es el entrenamiento de esgrima. Por más de dos semanas quienes participan en la puesta trabajaron con Nando León. Él, además de enseñarles sobre el manejo de espadas, se encargó de montar la coreografía de los combates que aparecen en esta obra, cuyo estreno es a las 20:30 de hoy.

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La escenografía y el vestuario para Romeo y Julieta son otros componentes que llaman la atención. Tamariz hizo el diseño del primer elemento.

Construyó una estructura modular que, cuando se fragmenta, se puede convertir en los distintos espacios en los que se desarrolla la obra. “Me gustó mucho pensar en un elemento que fuera muy simple y que a la vez se pudiera complejizar”, indica el director.

El vestuario fue hecho por Álex Fonseca. Tamariz indica que son de época, pero que se inspiran en varias culturas, entre ellas la oriental. De allí, los llamativos y coloridos kimonos.

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La composición musical y el diseño sonoro los hizo Juan José Ripalda. “En la obra interviene la música electrónica. A pesar de que se desarrolla en una época antigua, vemos ese elemento muy de nuestra época”.

Agrega que la comunicación con Javier Aguirre (a cargo de la iluminación) tiene que ser muy precisa. “El sonido y la luz tienen que tener ese flujo continuo de comunicación”, dice.

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La dramaturgia no se queda atrás. En la obra se alternan la prosa y el verso. Se mantiene el lenguaje shakesperiano. (I)