En la comunidad Chibuleo San Francisco, parroquia Juan Benigno Vela, en el occidente de Ambato, Juan José Sisa (de 53 años) junto con su esposa, Nanci Charco (45), y sus tres hijos, Huáscar (25), Abel (18) y David (10), tienen un pequeño taller con telares manuales en el que elaboran alrededor de 25 ponchos semanales para vestir a los pueblos indígenas de la provincia de Tungurahua.

Sisa recuerda que hace aproximadamente 32 años aprendió a elaborar los ponchos, así como rebozos (especie de chal) para las mujeres. Aclaró que no solo son los de color rojo del pueblo Chibuleo, sino también para los de Quisapincha o los Tomabelas (originarios de la parroquia Pilahuín).

“Se hacen de acuerdo con el pedido que tengamos”, dice.

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Puntualiza que para la confección de los ponchos ya no se utiliza como antes la lana de borrego o de alpaca, primero porque es más caro y segundo porque es difícil conseguirlo; ahora se lo hace con hilo fabricado, como orlón o perlé, con el que incluso es más rápido de elaborar, refiere.

Según el artesano, laborar en los telares manuales es más trabajoso porque pasar los hilos que se requieren para un poncho se demora por lo menos dos días. La confección en sí es muy rápida, ya que se hacen alrededor de cinco prendas diarias.

Pero aseguró que los clientes prefieren que se confeccionen en los telares manuales porque van bien tupidos (prensados), mientras que con máquinas eléctricas no se compactan con fuerza. “Por esa razón nosotros rescatamos esa manera de hacer los ponchos y trabajamos más con estos implementos”.

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Sisa confiesa que desde hace algunos años hay más demanda de las vestimentas autóctonas por parte de quienes trabajan en las cooperativas de ahorro y crédito o de los que tienen sus propios negocios, por lo que en la actualidad se observa más identidad de quienes son de su cultura.

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Comentó que ahora los padres de familia mandan a confeccionar los ponchos para sus hijos desde muy tiernas edades, porque ellos quieren que los pequeños vistan los trajes autóctonos cuando hay alguna festividad en las comunidades.

El artesano cuenta que antes la gente de los pueblos indígenas estaba dedicada al comercio y que por esa razón se iba a recorrer las grandes ciudades, lo que le estuvo haciendo olvidar sus raíces.

Él también resalta que los precios de los ponchos son de 10 dólares para niños y pueden llegar hasta los 45 dólares para adultos, con el hilo fabricado. Mientras que si alguien quiere con lana de borrego también se lo confecciona, pero cuesta entre 120 y 130 dólares.

“Esta tradición ancestral de elaborar la vestimenta de nuestros pueblos no se perderá porque mis tres hijos, uno de ellos profesional, continúan con este trabajo, incluso se piensa hacer un taller más grande”, comenta Sisa, quien vive de la realización de este trabajo. (F)

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130
Dólares

Hasta ese valor puede llegar a costar un poncho realizado con lana de borrego.