Francisco Febres Cordero, conocido con el seudónimo periodístico y literario de El Pájaro, deja por un instante su faceta de columnista político y se sumerge en la escritura para niños. Un mundo inexplorado para el autor quiteño.

Hoy presenta su primer libro para este público, lo bautizó Amalia. Cuenta que no estaba en sus planes, sino que la idea surgió de improviso cuando –en diciembre del año pasado– pasaba vacaciones en la playa junto con su esposa y amigos.

“Comenzamos a recordar las cosas de la infancia, de la infancia nuestra, de la infancia de nuestros hijos, de la infancia de una de mis hijas, Valentina, y después de esa conversación, yo tuve la idea de que de ahí nacía un cuento, entonces esa idea comenzó a rondarme”, dice.

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La angustia lo desbordó y decidió suspender la elaboración de un libro histórico, la biografía de Jacinto Jijón y Caamaño, que se llama El sabio ignorado.

“Fue un espacio distinto, nuevo, que me renovó, que me refrescó, me llevó hacia otros mundos, hacia otros ámbitos, hacia otros espacios, y eso me pareció fascinante. Entonces a Amalia le debo ese remanso, ese descanso, esa libertad creativa”, agrega.

Prefiere no dar detalles del contenido para que los propios lectores lo descubran. A modo de abreboca comenta que se refiere a algunas cosas que nos atormentan en la niñez, que vienen acompañadas también de la imaginación.

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Dice que es un relato sobre la libertad de los niños, sobre la imaginación, sobre las imposiciones tanto de los padres como de la sociedad. “Es un cantito a la libertad”, resume.

Una de las sorpresas que encontrará el lector serán las ilustraciones, hechas por Sofía Zapata. A su juicio, los dibujos le dan al cuento otro valor, porque están llenos de gracia, de color, de imaginación, de movimiento. Sobre el lenguaje utilizado, Febres Cordero menciona que es simple, coloquial, nada rebuscado.

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También se pueden encontrar palabras subrayadas y en colores, para que los niños puedan consultar su significado en un diccionario o preguntando a sus padres.

El autor indica no saber si en algún otro momento volverá a escribir para niños. “Ni abro, ni cierro puertas...”, sostiene. (I)