Fiesta del monte es el rodeo. Festejo que se realiza en julio y el 12 de octubre, Día de la Interculturalidad. Según algunos, el rodeo montuvio nace en las jornadas de herraje cuando las reses, desde monte adentro, eran arriadas por los vaqueros hacia las haciendas.

Esos días, el hacendado invitaba a vecinos y amigos. Se armaba la fiesta al son de músicos. Se sacrificaban aves y reses. Se preparaban platos criollos. Había carreras de caballos, juegos de naipes, peleas de gallos. Se bebía y bailaba, se daban desafíos entre amorfineros. Es lo que viejos campesinos contaron a Jenny Estrada, quien lo consigna en ‘El montuvio un forjador de identidad’.

Fue Rodrigo Chávez González quien en 1926, en el American Park de Guayaquil, organizó la primera Fiesta Regional del Montuvio.

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Intervinieron haciendas con sus madrinas, peones que montaban caballos chúcaros, había supuestos duelos a machete, amorfinos, banda de músicos, cantos y bailes costeños.

También Estrada refiere que Teófilo Caicedo Litardo, para celebrar el Día de la Raza de 1928, organizó el primer rodeo montuvio en su hacienda Rancho Grande, provincia de Los Ríos.

Los rodeos se realizan en diversas localidades de Guayas, Los Ríos y Manabí. No son una fiesta improvisada. Semanas antes, cada hacienda forma su equipo de ocho jinetes y sus respectivos caballos, elige a su madrina que competirá en la Criolla Bonita –concurso de belleza– y Señorita Rodeo –concurso de destreza–. El equipo viste un uniforme llamativo que consta de sombrero, pañuelo para el cuello, camisa y pantalón, los jinetes portan beta y espuelas –algunos prefieren ir descalzos a calzar botas–. Los caballos lucen adornos metálicos incrustados en el cuero del cabezal, freno y riendas, a más de montura con estribos plateados, cinchas y otros implementos.

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Capital montuvia
El rodeo de Salitre, La capital montuvia del Ecuador, es el más popular. El 12 de octubre es para el montubio su día de fiesta. Los comedores ofrecen los manjares tradicionales: bollos de pescado de río, cazuela mixta (pescado y camarón), aguado de pato, seco de gallina criolla y hornado de tortuga de agua dulce.

Las paredes del pueblo lucen afiches del rodeo que anuncian la participación de diversas haciendas de Bucay, Samborondón, Palestina, Salitre, entre otras localidades. Desde la mañana, afuera del coliseo hay una feria con ventas de sombreros de paja, paño y cuero. También de muchines, carne en palito y otras delicias criollas. Amplias ramadas funcionan como salones de baile provistos de un tanque con cervezas en un mar de hielo picado y agua heladísima. Un DJ programa música alegre y de pronto entra en escena un trío de requinto, guitarra de palo y maracas que interpreta pasillos y boleros para que los parroquianos incineren sus almas con aguardiente.

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Al mediodía llega al coliseo el público –urbano y rural–. En el palco brillan los trofeos, se acomodan las autoridades, invitados especiales y los mariachis. A golpe de dos de la tarde, a son de música, ingresan las haciendas participantes al son de los aires alegres de una banda de pueblo.

Cada equipo va presidido por el vaquero, que porta el estandarte de su hacienda, y la madrina; atrás, entre la polvareda, cabalga el resto de jinetes. Después se elige a la hacienda mejor uniformada, a la Criolla Bonita y Señorita Rodeo, que será la que mejor demuestre sus destrezas en el ruedo. Años atrás, durante toda la jornada tronaban disparos de pistolas, revólveres y hasta metralletas en una demostración de alegría y poder.

Luego empiezan las competencias de jinetes y vaqueros. Se lleva a cabo el caracoleo: un jinete con espuelas cabalga un potro chúcaro al que debe girar al redondo, jinetearlo y pararlo sobre dos patas.

Triunfa el que permanece más tiempo a la monta. En el callejón de acceso al ruedo, jinetes y vaqueros, trepados en cercas de caña, beben un trago de aguardiente para templar los nervios, saben que lo más seguro es que el potro los lance por los aires. “Para domar y montar esos animales hay que ser bien varón”, se cree en el campo.

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El rodeo continúa con competencias de lazo, pial y monta a toretes que los vaqueros deben enlazar, tumbar, desamarrar y montar en el menor tiempo posible. En otras suertes, los vaqueros –y vaqueras– lanzan sus betas utilizando los pies descalzos o con los ojos vendados; o un jinete sin espuelas intenta domar a un potro chúcaro.

El objetivo es luchar por el honor de su hacienda, lucirse, acumular puntos para triunfar, ganar trofeos y dinero. Vivir la fiesta montuvia.

El rodeo termina al caer el sol. Es cuando en los salones se arma el baile con música alegre digna de una fiesta montuvia.