Con cánticos, tambores y un lagarto hecho de barro, un grupo de tsáchilas pidieron a la Tierra que cesen los terremotos y sus réplicas.

Hace 40 años se realizó una ceremonia similar y en esta ocasión participaron ponés de la nacionalidad, quienes se prepararon por tres días en ayuno para recoger el mensaje de sus ancestros y el planeta.

En la cosmovisión de los tsáchilas la Tierra reposa sobre un lagarto, esta es la descripción que los ponés reciben cuando se conectan con sus antepasados.

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“Nosotros vemos a Abraham Calazacón y a todos sus ancestros, ellos nos revelan secretos de la To ayan (Tierra en tsáfiki)”, indicó Manuel Calazacón, uno de los ancianos del centro cultural Aldea Colorada, donde se realizó la ceremonia.

En el centro cultural se preparó el ritual durante tres días. Llegaron tres ponés de las comunas Peripa y Cóngoma. Ellos se mantuvieron en ayuno para purificarse y poder beber la ayahuasca, nepi en tsáfiki, que les permitió conectarse con sus antepasados, quienes les habrían explicado que el planeta dejará de temblar, pero para tranquilizarla debían hacer un lagarto de barro y amarrarlo en su cola, patas y trompa con una raíz sagrada.

Las especificaciones dadas por los ancestros fueron realizadas por los ponés, quienes hicieron un altar con bambú, conocido como bejuco sagrado o tuntuka en su lengua ancestral, varias velas que simbolizaban al dios Pipoa, Sol, también fueron colocadas junto a las bebidas uru mala, yo mala y nepi mala. Debajo del altar y sobre una hoja de plátano se colocó al lagarto de barro, que posteriormente fue enterrado y devuelto a la tierra.

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Entre los cánticos que entonaban los ancianos, acompañándose con tambores, se invocaban a los sabios para que sean los encargados de llevar el mensaje al planeta, ya que según sus creencias ellos se encuentran en el centro de la To ayan.

Para finalizar el ritual, un grupo de danzantes que llevaban bambú y caña agria, bailaron alrededor del hueco donde sería depositado el lagarto, lo taparon con la misma tierra y realizaron un agradecimiento al Sol, por ello se colocaron, tanto hombres como mujeres, achiote en cara y extremidades como símbolo de agradecimiento.

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“Hace 40 años hicimos el último ritual y con esto queremos que ya no haya más terremotos, muchos hermanos murieron en Manabí, pero la Tierra nos dijo que está enferma y debemos dejar de hacer basura y talar los árboles”, dijo Calazacón. Añadió que esta es la segunda de tres ceremonias que deben realizar para que el pedido sea aceptado por la To ayan. (F)

Nosotros vemos a Abraham Calazacón y a todos sus ancestros, ellos nos revelan secretos de la To ayan (Tierra en tsa’fiki)”.Manuel Calazacón, anciano del centro cultural Aldea Colorada