Por Gourman

El origen de las tortas tiene al menos dos milenios. En sus inicios no fue un postre, sino una variedad de pan de harina relleno con carne picada. Luego los romanos desarrollan la versión temprana de una torta de frutas, con pasas, nueces y miel.

Es en el siglo XV en Francia que se le introducen huevos, mantequilla, crema y azúcar, y posteriormente, en tiempos de la Revolución francesa, el parisino Antonin Careme mejora la técnica utilizando polvo de hornear, bicarbonato y métodos de horneado y control de temperatura. La torta es uno de esos platillos cuyas recetas eran pasadas por las abuelas y permanecían en la familia de generación en generación. Puedo recordar nombres de personas cuyos postres estuvieron presentes toda nuestra niñez, ya sea porque su fama los llevaba a las mesas de muchas casas, o porque incluso eran servidos en clubes y restaurantes de la ciudad, como los de la Maruja Oruz, Tere Trujillo, entre otros. Varias iniciativas han tomado la posta en Guayaquil, trayendo nuevos aires a la repostería. Destacamos dos.

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La primera es Diana Carrión. Comenzó con un pequeño negocio casero de postres a pedido hace menos de diez años. Su estilo rememora la pastelería francesa clásica. El turrón de chocolate, según sus clientes, es su insignia. Decorado con láminas de chocolate blanco y negro, nos recuerda a las antiguas muselinas de chocolate con bizcotelas de antaño, pero tratado de manera mucho más fina, con nueces, manjar y un baño de chocolate. El pavlova de frutilla es otro postre que quita el sueño a sus fanáticos.

Sus dulces se pueden degustar solo por pedidos a través de su website www.postresdianacarrion.com o en las perchas del supermercado El Portal. Sin embargo, es un secreto a voces que en muchos restaurantes y cafeterías la carta de postres está llena de las creaciones de Diana Carrión. De sus “dulces blancos” recomendamos las trufas de pistacho, los milhojas de guayaba y de manjar. La mayoría de sus tortas enteras para más de 10 personas están en el rango de los $ 20 a $ 30. No he probado aún la línea “naked”, siguiendo una tendencia al presentar tortas sin fondant, recubrimiento, ni merengue. El de pistacho realmente llama mi atención.

La segunda persona no es una, sino dos reposteras: las hermanas Monge, quienes iniciaron por la misma época su aventura llamada Chokolat Patisserie.

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Tienen un local en el centro comercial Riocentro, en el km 1 de la vía Samborondón.

Su especialidad, sin duda, son los postres individuales o miniaturas, sorprendiendo su variedad, delicadeza y presentación. Entre los más afamados están las tartaletas, los florentines y los macarons, verdaderos manjares. Me impresiona el excelente uso y manejo que hacen del maracuyá, coco y mango. Sus proporciones y su interacción con la pasta son bien balanceadas y pensadas. Estos emprendimientos han remozado la repostería de la ciudad. (O)

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