Cuando los Rolling Stones toquen por primera vez en Cuba este viernes, el sonido hará estallar los tímpanos de hasta un millón de personas. Una situación muy diferente a la que vivió Ricardo Gutiérrez cuando escuchaba rock en secreto en los años 1980.

"Me encerraba en una habitación y ponía el volumen muy bajito. No podía dejar que nadie supiera lo que hacía", recuerda Gutiérrez, quien luego fue militar y ahora conduce un taxi en La Habana.

El concierto que darán los Rolling Stones, tres días después de la histórica visita del presidente estadounidense Barack Obama a La Habana, es mucho más que rock and roll para Cuba.

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Algunos, un poco en broma, se preguntan cuál de los dos acontecimientos marcará más la historia.

El gobierno comunista reprimió la música en inglés en los años 1960 y 1970, por considerarla un "desvío ideológico" y arma del imperialismo yanqui.

Aunque ya no hay esas restricciones, Cuba parece perdida en el tiempo en lo que tiene que ver con el rock, igual que en tantas otras cosas.

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"Los Rolling Stones en Cuba, parece un sueño", dice Eddi Escobar, de 45 años y fundador del Yellow Submarine, uno de los pocos locales en los que se toca rock en vivo en La Habana. Escobar recuerda los tiempos en que a escondidas sintonizaba las frecuencias de la radio comercial estadounidense para escuchar a los Stones, Led Zeppelin o Deep Purple.

"Espero que el rock nos ayude a abrirnos a todo lo demás: la política, la economía, internet ... Tenemos 20 años de retraso en absolutamente todo. La música es una puerta, una puerta abierta al cambio", dice.

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Rock gratuito

El concierto de los Rolling, que acaban de realizar una extensa gira por América Latina, será gratuito en La Habana. Muy pocos cubanos podrían ir si se cobrase entrada.

Se calcula que medio millón de personas acudirá al concierto en el complejo Ciudad Deportiva, y con la gente que estará en las calles adyacentes podría llegarse al millón de espectadores, una cantidad enorme para este país de 11 millones de habitantes.

Parte del atractivo será la novedad, en Cuba ha habido muy pocos conciertos internacionales masivos.

En una época los obstáculos eran ideológicos, en la actualidad son financieros y logísticos. El embargo estadounidense sobre la isla, pese al mensaje de paz de Obama, se mantiene en pie.

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Para el concierto se trajo a Cuba 61 contenedores en un Boeing 747, según declararon los organizadores a la revista Billboard, lo cual da una idea de las dificultades con las que deben lidiar los roqueros cubanos.

"Hemos pasado mucho trabajo para conseguir el equipo", dice David Yabor, vocalista estrella de 33 años del grupo Aire Libre, mientras se prepara para presentarse en el Yellow Submarine.

"No es fácil conseguir equipo profesional. No hay tiendas en las que comprar guitarras, amplificadores o micrófonos", comenta.

Cuesta incluso tener los simples discos. Ninguna posibilidad de entrar a iTunes ni a tiendas en línea de música. El muy limitado acceso a internet y el embargo hacen prácticamente imposible que los cubanos puedan siquiera descargar las aplicaciones.

Las tiendas estatales de música solo venden producciones cubanas. Para otros estilos, los cubanos suelen ir a las ventas de discos piratas.

Aunque el concierto de los Rolling ha sido promocionado en la televisión estatal, no hay afiches en las calles.

Pero hay una generación que no necesitará avisos publicitarios para llegar al concierto, como en el caso de Eduardo González, de 51 años, que aún recuerda los días en los que clandestinamente intercambiaba discos de vinilo y casettes con sus amigos.

¿Obama o Rolling Stones?

Ante la pregunta sobre si es más importante la visita de Obama o el concierto de los Rolling, González responde mostrando la mano: ¿qué es más importante, este dedo o este?".

Sin embargo, su coetáneo Gutiérrez no asistirá al concierto. Pese a la gran pasión que tuvo por el rock, ver a las cuatro superestrellas británicas ya envejecidas no le anima.

"Es demasiado tarde. Nos traen ahora a unos Rolling Stones viejos, pero cuando realmente eran ellos no nos permitieron verlos", dice con amargura.

"Perdimos el tren". (E)