En medio de simulaciones de llanto y coplas de carnaval se cumplió ayer con una de las costumbres más emblemáticas de los cantones y parroquias de Chimborazo, el entierro del carnaval. En Guamote y Alausí será este fin de semana.

Esta tradición se hace en el lugar que designe la comunidad, como la plaza central. Aquí, con danzas típicas, música y juegos populares, los hombres vestidos de mujer, que dicen ser las viudas, fingen llorar para darle sepultura a la caja (en forma de ataúd), en cuyo interior van bebidas, huesos de gallina, de res y otros, que serán desenterrados el próximo año cuando se inauguren oficialmente las fiestas del carnaval.

A diferencia de este entierro, ayer en la parroquia Yaruquíes, en Riobamba, mestizos e indígenas, en medio de comparsas y haciendo gala de su cultura e identidad, no enterraron al carnaval, sino que lo despidieron para que el otro año vuelva con más alegría, y que a través de la Pacha Mama (Madre Tierra) las cosechas sean más productivas y den de comer para festejar mejor el carnaval.

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El ritual, con más de 120 años de vigencia, se efectuó en el barrio San Francisco. Lo mismo ocurrió en sectores de Guano.

En la comunidad Dal Dal, en la parroquia Licto (Riobamba), habitada por indígenas y mestizos, predominaron las costumbres de la zona en los cuatro días del carnaval.

Para ello, sus habitantes vistieron ponchos de lana, zamarros de cuero, bufandas y sombreros de paño. Las bandas de pueblo y los bailes en honor a la mama Shalva y Taita Carnaval pusieron el toque de alegría.

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Ayer en esta localidad reinaron los albazos de carnaval. Una banda de pueblo llevó serenatas de casa en casa. Tres melodías de carnaval se escucharon en cada vivienda, una tradición vigente desde hace más de 100 años, según sus habitantes.

Como parte de la gastronomía se degustaron la fritada de chancho con mote, papas con cuyes, jatun jucho (colada grande) y chicha de jora. (I)