El virtuoso del flamenco Diego El Cigala se entregó con voz y alma al público la noche del sábado, en Quito. Lo hizo al aire libre, en la tradicional Plaza del Teatro, ubicada en el Centro Histórico de la ciudad.

En una hora y media, el artista compartió 16 canciones, la mayoría del álbum que lo llevó a la fama internacional, Lágrimas negras, que lo grabó junto con el pianista cubano Bebo Valdés en el 2003.

A ese trabajo dedicó casi la tercera parte del concierto, ya que interpretó de él seis canciones: Inolvidable, Corazón loco, Veinte años, Vete de mí, Lágrimas negras y La bien pagá. La gala se inició a las 22:10 con lleno total del teatro.

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La introducción de la orquesta, compuesta por un piano, una guitarra, un contrabajo y la percusión –en la que sobresalían los bongóes, el cajón y la batería–, dio paso al primer tema de la noche: Canción de las cosas simples, la única del álbum Romance de la luna tucumana que interpretó. El concierto terminó a las 22:35, pero a pedido del público Diego Ramón Jiménez Salazar –su nombre– volvió y cerró con el bolero Dos gardenias, que duró 15 minutos. (E)