Bradley Cooper no era un novato en la cocina cuando decidió asumir el papel del ficticio chef premiado con estrellas Michelin Adam Jones en "Burnt".

Creció en una familia amante de la comida cerca de Filadelfia. Algunos de sus recuerdos favoritos son de su abuela haciendo pizza, pastel de queso y raviolis caseros. Fue asistente de camarero en un restaurante griego allí, un mesero en un lujoso establecimiento cerca de la Universidad de Georgetown, y un ayudante de cocina en un local de comida italiana y de mar en Somers Point, Nueva Jersey.

Un día, dijo, cortó y limpió 620 pollos y nueve cajas de pimientos y además hizo masas y salsas.

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Pero no le contó nada de esto a nadie cuando comenzó a codearse con cocineros de calibre Michelin para prepararse para el rol.

"No les hubiera interesado", dijo Cooper, riendo. Además, necesitaba poner manos a la obra si iba a interpretar de manera creíble a este importante chef en busca de una tercera estrella de Michelin. No iba a poner a prueba de profesionales el dominio que tenía hasta el momento del cuchillo.

La película

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En "Burnt", que se estrena el 30 de octubre, Adam Jones no es solo un erudito en la comida; también tiene un problema de drogas que lo apartó del mundo de la alta cocina. Aunque el problema está bajo control por el momento, su temperamento es otra historia. ¿De quién iba aprender más que del tempestuoso Gordon Ramsay?

Cooper se entrenó con Claire Smythe, chef ejecutiva del Restaurant Gordon Ramsay en Londres, que tiene tres estrellas de Michelin por sus "muchos, muchos servicios", dijo el director John Wells. "Todos los actores tuvieron que pasar tiempo aprendiendo de este arte, no lo suficiente como para servir 100 platillos, pero sí como para no parecerles ridículos a otras personas que saben de esto".

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Cuando llegó el momento de filmar, optaron por la autenticidad sobre la artificialidad: rodaron en una verdadera cocina y prepararon platillos de verdad. Cualquiera que no fuera un actor en la cocina era de hecho un cocinero de un restaurant reconocido por Michelin, y el presentador del programa de la BBC "Master Chef" Marcus Wareing estuvo detrás de cámaras, tanto diseñando los menús como supervisando la técnica de todos.

Los actores sintieron el estrés y el dolor que implica trabajar en la cocina, a veces literalmente, con cortadas y quemaduras.

"Qué dulzura. Pasé la mitad de la película con los ojos irritados. Todo era de verdad. Para un actor, eso es increíble. No hubo dobles. No se insertaron las manos de ninguna otra persona", dijo Cooper. "Soy yo siempre, para bien o para mal". (E)