Tras una década de crecimiento, el cine ecuatoriano necesita afianzar su relación con el público, coinciden varios cineastas del país, quienes tras asistir al Festival de Biarritz se dieron cita esta semana en París.

“Los ecuatorianos no van al cine a ver películas ecuatorianas”, señaló la directora Carla Valencia, quien presentó ayer su cortometraje, Vicenta (2014), en el marco de la Semana de Cine Ecuatoriano de París.

Casi inexistente durante mucho tiempo, el cine nacional ha vivido un auge en los últimos años, impulsado por la Ley de Fomento de Cine Nacional, aprobada en 2006 y la creación del Consejo Nacional de Cine (CNCine), que ayuda a financiar los proyectos de una nueva generación de directores.

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En 2007 solo se produjo un filme en el país, mientras que, en 2014 hubo más de 20.

Pero, tras una respuesta muy favorable del público que descubrió lo nacional con películas como Ratas, ratones, rateros (1999) de Sebastián Cordero, nominado al Goya a Mejor Película Extranjera de Habla Hispana, los espectadores comenzaron a desertar.

“Ha habido una baja del público en los últimos tres años”, admite Diego Araujo, cuya ópera prima Feriado, cerrará hoy la muestra en París.

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“Antes salía una película cada año, era toda una novedad, todo el mundo iba a verla, ahora salen 15 al año, ya no es una novedad, y la gente sigue viendo el cine que ha consumido toda la vida, el de Hollywood”, explica Valencia, premiada en 2011 en Biarritz con su documental Abuelos. Entre 2009 y 2013, los filmes ecuatorianos convocaron unos 220.000 espectadores al año, según Jorge Luis Serrano, fundador de CNCine y ahora encargado de la sección cultural de la Embajada de Ecuador en Francia, que coorganizó el evento parisino.

Esa cifra se redujo a 80.000 espectadores en 2004. (I)