Las mujeres católicas, molestas por siglos de aislamiento dentro de la Iglesia, quieren ser escuchadas por los obispos del mundo reunidos en el sínodo que se abrió ayer en el Vaticano, para que “se deje de hablar sobre las mujeres y se hable a las mujeres”.

“Pasar del silencio a la palabra, de la subordinación a la responsabilidad, de la invisibilidad a la presencia", es el credo de la red Mujeres Católicas Speak (Mujeres Católicas Hablan), que se reunió esta semana en Roma.

Teólogas, historiadoras, periodistas, investigadoras, la mayoría son madres muy activas en sus diócesis, que quieren que las cosas cambien en la Iglesia, así como han cambiado en la sociedad.

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Sus pedidos y exigencias han sido resumidos en un libro, coordinado por la profesora Tina Beattie, de la Universidad inglesa de Roehampton, quien desea entregarlo a los obispos y cardenales del sínodo. Para ellas el problema no es el número de mujeres dentro de la Iglesia, sino su “visibilidad y el papel que cumplen”, dicen. (I)