Guayaquil creció con la madera de los manglares y la de los bosques ubicados en zonas donde ahora se asientan cantones como Daule, Nobol, Pedro Carbo, Colimes, entre otros.

El arquitecto urbanista Parsival Castro, quien citó textos históricos, ofreció una conferencia el lunes pasado en la Biblioteca Municipal (10 de agosto y Chile), donde habló sobre la riqueza maderera que fue aprovechada en la época colonial (proceso fundacional de Guayaquil iniciado en 1534) para levantar a la urbe porteña.

Entre las principales edificaciones que se construyeron, indicó, constaban las iglesias católicas como la de Santo Domingo, La Merced, San Francisco, entre otras, que gozaban de detalles y estructuras complejas, pero que no soportaron el embate de los grandes incendios que mermaron casi por completo a la ciudad, sobre todo, el incendio del año 1896.

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Estas construcciones, al igual que las casas de antaño, fueron elaboradas por carpinteros navales que usaron técnicas para armar barcos. Explicó que las vigas de las casas fueron unidas con ensambles o llaves. Detalló que estas llaves estaban compuestas por juntas de madera que formaban un ángulo. Lo que daba mayor firmeza a la estructura de la vivienda aún cuando habían temblores.

Entre las principales maderas usadas en estos proyectos coloniales mencionó: Moral, Guachapelí, Cedro, Fernán Sánchez , Teca, Figueroa y Roble.

Incluso, refirió este arquitecto, que este insumo para la construcción era llevado en grandes cantidades a la Sierra y a Lima, en Perú.

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Parte de su exposición se basó también en el rol económico, social y político que tuvo Guayaquil desde esa época hasta la actualidad. Tanto por su posición geográfica como por el temple de sus pobladores. (I)