Los sedimentos suspendidos en el mar dañan las agallas (branquias) de los peces y pueden aumentar las enfermedades, según un estudio realizado en la Gran Barrera de Coral, en Australia, y divulgado recientemente para alertar sobre la conservación de los arrecifes.

“Las agallas de los peces (...) son la primera línea de defensa de la respuesta inmunológica” y los sedimentos dañan “un órgano vital que afecta a todas las actividades del pescado que requieren oxígeno”, dijo Josie Rummer, coautora del estudio.

Las crías de peces coralinos necesitan grandes cantidades de oxígeno para desarrollarse y, en las presentes condiciones, se hallan expuestos a un aumento constante de los sedimentos, que provienen de las riadas, la producción agrícola e industrial costera y las operaciones de dragado.

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La investigación simuló las condiciones sedimentarias habituales en los corales de la Gran Barrera de Coral, el mayor sistema de arrecifes del mundo que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos.

El gobierno del estado de Queensland, en el noreste de Australia, presentó este año un programa a largo plazo para proteger la Gran Barrera de Coral, pero varios científicos lo ven como un proyecto de desarrollo sostenible antes que de conservación.

La Unesco recomendó en mayo que la Gran Barrera de Coral entrase en un periodo de prueba antes de decidir si la incorpora a la lista de lugares del patrimonio de la humanidad en peligro. (I)