En el mundo aumentan los casos de parejas que deciden ser padres a los 40 años, una decisión que puede tener riesgos si no se ha tenido una planificación financiera, particularmente en el ahorro.

Clermont Muñoz, profesor de la Escuela de negocios Espae-Espol, analiza el tema desde dos puntos de vista.

Primero refiere la ventaja de una posible vida estable a esa edad, con un ingreso mayor que cuando se es joven y tener un niño es más manejable, aunque pensando que quedan menos años de actividad productiva creciente. En el segundo, observa que si la pareja aún no se ha estabilizado o encaminado, es más difícil lograrlo porque los trabajos para personas de esa edad ya no están tan disponibles como antes.

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Sonia Zurita, directora del MBA (Maestría en Administración de Empresas) de la Espae-Espol, dice que si una mujer ha pospuesto la decisión de ser madre por alcanzar metas profesionales es probable que en esa década de su vida esté a cargo de una jefatura o gerencia o ha podido desarrollar un emprendimiento.

Quienes lo hacen con este objetivo probablemente tengan más educación (títulos) y puede que sean más organizados en su parte financiera y en su planificación de vida, dice Zurita, quien a los 39 años espera su tercer hijo.

“Yo me planteé muchas cosas desde que estaba en la universidad, como que no me iba a casar muy joven. Alcancé mi pregrado, hice mi maestría y fui planteándome etapas antes de pensar en una familia”, cuenta Zurita, quien tuvo su primer hijo a los 32 años.

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Añade que la llegada de un bebé siempre genera un cambio de decisiones de consumo, como reducir gastos que pueden ser ajustados, como los destinados a entretenimiento.

Una base para lograr que estos cambios no generen una desestabilización es el haber aprendido el hábito del ahorro y la inversión, subraya Muñoz, algo indispensable para proyectar cualquier tipo de plan.

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“Quien empieza a ahorrar a los 18 años va a tener mucho más éxito que el que ahorra mucho más dinero a una edad avanzada, porque el dinero en el tiempo se reproduce invirtiéndolo o ahorrándolo (...). (Esto) genera un crecimiento interesante, que, mientras antes empiece, tiene mas rédito en el tiempo”, dice Muñoz.

Emilio Pfiser, coordinador de la carrera de Economía e Ingeniería Comercial de la Universidad Santa María, dice que si es una mujer que trabaja en una fábrica, por ley se respetarán los periodos de lactancia, algo por lo que no va a perder su trabajo, pero que obviamente cambia el ritmo de vida, sobre todo si no ha tenido otro hijo antes.

Agrega que aunque no está de acuerdo con esperar a esa edad para la maternidad, reconoce que si ese periodo fue fructífero laboralmente, la ventaja sería que si llegase un hijo a los 35 o más, si bien no tiene cuna de oro, al menos tendrá una cuna.

Hay desafíos financieros particulares que resultan de tener un hijo a los 40 años. Los costos de la educación universitaria tienden a llegar justo cuando se está preparando la jubilación. No es imposible con la preparación adecuada, publica bbcmundo.com. (I)

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