Una cámara antigua, que toma fotos en blanco y negro, acompaña a diario a Israel Campos, quien labora en los exteriores de la Catedral de Babahoyo.

Él es uno de los fotógrafos que aún conserva su cámara de tres patas, como se la conoce popularmente. El oficio lo aprendió cuando estuvo en el cuartel del Ejército, en su juventud. Lleva 33 años trabajando en esta ciudad. Y en estas fechas –dice– sus clientes aumentan por el inicio del año escolar, que arranca hoy.

Cuenta que atiende a unas 50 personas al día, quienes le piden fotos en tamaño carné para sus hijos. Para él, han pasado décadas desde que tomó sus primeras fotos con una cámara en un retazo de tela, caja de madera y tres patas. Hoy, afirma, su compañera fiel es una reliquia, que algunos ciudadanos han querido comprar, pero que él no vende porque desea heredársela a sus hijos.

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“Durante años han pasado diversos tipos de cámaras, pero nosotros mantenemos las antiguas”, comenta Campos. Él es parte de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Babahoyo. Allí, pese a los cambios tecnológicos, sus miembros aún mantienen parte del estilo de antaño que les dio fama.

Quienes más los buscan son las personas que llegan de recintos y de otros cantones, acota Reinaldo Alvario, otro fotógrafo. Él usa también muñecos de felpa y de madera, como caballos, perros, osos y otros, para captar diferentes momentos, con el toque antiguo. (I)