Por sorpresa y por adelantado, el Vaticano y la organización que engloba a la mayoría de las religiosas católicas de Estados Unidos pusieron fin a un enfrentamiento que mantenían desde el 2012.

“Aprendimos que lo que tenemos en común es mucho más grande que cualquiera de nuestras diferencias”. Con estas palabras, la hermana Sharon Holland, de la orden del Inmaculado Corazón de María, hizo una lectura positiva del proceso que ha tenido en tensión a su organización: la Junta Directiva de Mujeres Religiosas (Leadership Conference of Women Religious, LCWR, sus siglas en ingles) con el Vaticano.

Funcionarios de la Santa Sede habían criticado el énfasis de la LCWR en temas de justicia social y consideraron que el grupo socavaba las enseñanzas de la Iglesia católica sobre el sacerdocio y la homosexualidad. También las acusaron de promover temas de “feminismo radical” en sus publicaciones y elección de conferenciantes.

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El fin del enfrentamiento se confirmó el jueves cuando representantes de la Santa Sede y de la LCWR anunciaron conjuntamente la conclusión del proceso de supervisión que la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano puso en marcha en abril del 2012, para monitorear el trabajo de la organización de monjas. Esta labor estuvo a cargo del arzobispo de Seattle, EE.UU., Peter Sartain, a quien se le dio un mandato de cinco años.

Pese a que la hermana Sharon no hizo un discurso victorioso, el hecho de que el Vaticano concluya el proceso dos años antes se ha valorado como un triunfo de las religiosas. (I)