No importó el fuerte sol ni el calor para que las familias peninsulares y los turistas salgan ayer a las 14:00 a acompañar la procesión del martes en su recorrido desde Santa Elena a Ballenita para el ya tradicional baño de la cruz, ritual que se cumple desde hace más de 40 años en esta localidad.

Con gorras, sombreros y paraguas algunos fieles trataron de protegerse de los rayos del sol, mientras rezaban, agradecían y pedían favores a Dios y a su hijo, Jesús, el Salvador.

La procesión comenzó en la iglesia Emperatriz de Santa Elena. De ahí y durante más de dos horas, los feligreses caminaron y recordaron las 14 estaciones del viacrucis.

Publicidad

La cruz, de unos 4 metros de alto, fue cargada por monaguillos vestidos de blanco. Al llegar a la iglesia Nuestra Señora de la Nube, en Ballenita, unos 30 pescadores recibieron la cruz. Entre ellos, Luis Salinas. Él sumerge el madero en el mar desde hace 30 años por fe, dijo.

El padre José Antonio Guerrero, vicario episcopal de Santa Elena, explicó que este acto litúrgico significa “volver al origen mismo de nuestra fe”.

A las 17:00, los pescadores ingresaron al mar cargando la cruz. Por unos 15 minutos la levantaron para que sea contemplada por los creyentes, quienes le lanzaron agua. (I)

Todos los años vengo y hago penitencia. Cuando bañamos la cruz le pedimos al Señor que haya pesca.Darío Alejandro, de Santa Elena