Es una experiencia para aventureros que aman la adrenalina. Un balanceo como que arroja al abismo. En varios sitios de internet lo refieren como “El columpio del fin del mundo”, uno de los lugares que hay que visitar antes de morir, otros lo incluyen entre los cinco lugares fuera de lo común en Latinoamérica.

Sea como sea, Carlos Sánchez (73), vigía del volcán Tungurahua y propietario del terreno en donde está la Casa del árbol, dice que nunca se imaginó que iba a tener esta connotación mundial cuando decidió construirla en el 2006.

El lugar está ubicado en el sector conocido como Ventanas Runtún, caserío Santa Rosa de Runtún, cantón Baños. Está a 2.260 m de altura al nororiente del volcán Tungurahua, en proceso eruptivo desde 1999.

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Carlos recuerda que por el 2006, los técnicos del Instituto Geofísico que monitorean la actividad del volcán comentaron que el proceso eruptivo iba en aumento, ante lo cual decidió construir una casa rudimentaria en la parte alta del árbol para desde ahí observar al coloso e informar a los técnicos.

Cuenta que puso el columpio en el 2008 con la idea de que los pocos turistas que llegaban para observar alguna emanación de material volcánico, “tengan en qué entretenerse”.

Al comienzo el turismo era bajo. El boom vino a partir del 1 de febrero del año pasado cuando se conoció la foto captada al momento que una persona se columpiaba, mientras el volcán arrojaba ceniza y ganó un premio de la revista estadounidense National Geographic, recuerda el vigía.

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Ahora llegan decenas de turistas a diario. En la bitácora de Carlos hay felicitaciones y recomendaciones que han dejado los turistas extranjeros en doce libros de 200 hojas cada uno.

La mayoría de turistas extranjeros son de Argentina, Chile, Brasil, Colombia y México. De Europa vienen de Italia, España, Francia y Alemania. También hay asiáticos.

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“Es algo espectacular”, dice Damián Massé, quien llegó con unos amigos desde Argentina para visitar el lugar. (E)