Melodías andinas de la quena, el charango, el pinkullo (o pingullo), el rondador, la zampoña y membranófonos (bombos hechos con cuero animal) para representar el origen de la música latinoamericana se tomaron ayer dos de las calles principales de la capital.

El parque El Arbolito fue el punto de encuentro de unos doce grupos folclóricos, que desfilaron por las avenidas 10 de Agosto y Patria para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Con ello, quisieron también recordarle al público que los observaba las expresiones ancestrales.

El grupo Ñucanchi Allpa danzaba al ritmo de un sanjuanito. Las mujeres, luciendo un anaco y el sombrero típico de las comunidades indígenas de Otavalo, extendían su rebozo (manto) lila para simular la entrega de una ofrenda al sol, expresión de la Fiesta del Inti Raymi, según Amanda Yépez, una de las danzantes.

Publicidad

Los tonos verdes y rosados intensos de las faldas de las mujeres y de los pantalones y gorros, que tapaban las orejas de los varones, los distinguían entre la multitud. Eran los danzantes de música boliviana. El grupo Killa Wañuy era uno de ellos. Sus más de diez integrantes movían sus cuerpos al ritmo de un tinkus macha, música de Bolivia.

“Esta danza representa la guerra entre las naciones, pero es también una ofrenda a la Pachamama, porque es una conmemoración a la serranía”, contó Wilma Morejón.

Integración Andina bailaba el huaca boliviano. Las mujeres usaron un faldón, que por debajo tenía más faldones, con sombreros altos de pluma. Según Luis Méndez, director del grupo, esta vestimenta representa “la fortaleza de la mujer para bailar y desenvolverse cotidianamente con el peso de la ropa y del sombrero”.

Publicidad

Un payaso acompañó el baile. Representaba la alegría de la vida. Estaba también un hombre disfrazado de toro, era la presencia del español de la conquista europea en las comunidades indígenas.

Hicieron su paso también los danzantes que emularon a los ‘chullas quiteños’. Ellos, ondeando sus pañuelos, tomaban las manos de las quiteñas bonitas y, al sonido de un capishca, las hacían sonreír.

Publicidad

El capishca se baila sobre todo en las provincias de Chimborazo y Azuay. “Es muy saltarín, alegre y coquetón, sobre todo, la mujer coquetea”, relató, entre risas, Estefanía Samaniego, del ballet folclórico Quitsato (Mitad del Mundo). Así transcurrió este desfile, del espacio Domingos de Casa Abierta, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. (F)