Treinta escuelas ecuatorianas están integradas en Scholas Occurrentes, el proyecto educativo del papa Francisco, que nació el 13 de agosto del 2013. La iniciativa, apoyada también por EL UNIVERSO, espera este año inaugurar una Escuela de Vecinos en el país. Del alcance de este trabajo habla en esta entrevista el también argentino José María del Corral, su director mundial.

¿De verdad se puede cambiar el mundo con una iniciativa como Scholas Occurrentes?
El papa está convencido de que en un mundo dividido y fragmentado, donde los que más sufren son los propios jóvenes; solo la transformación de la educación puede cambiar esa realidad. No es un cambio económico ni político o social. Una juventud sin futuro es, en términos simbólicos, una juventud muerta. Tampoco falta que las religiones se junten para rezar por la paz. La paz hay que hacerla, la cultura del encuentro hay que enseñarla y eso se logra con educación, pero no la que estamos haciendo.

¿Qué está fallando?
No podemos seguir encerrando a los chicos en cuatro paredes. Hay que buscar una aula que los integre, una aula sin paredes. El sistema debe modificarse y ponerse a la altura de los jóvenes que tienen otra manera de pensar y sentir. El papa quiere que lleguemos con este rescate a los chicos del mundo entero.

Publicidad

Educación, deporte y cultura. ¿En esta triada está el secreto del éxito de Scholas?
La reformulación educativa la hacemos a través de la tecnología con una aula global que integra. El deporte es una escuela de vida bien tomada porque consigue vencer el egoísmo para dar paso al trabajo de equipo, permite fortalecer la autoestima o gestionar la frustración; construye el nosotros. Con el arte, los chicos expresan las cosas que les suceden, le ponen letra a una canción, escriben literatura, encuentran un yo que se convierte en otro que lo trasciende. Esta es la fórmula que propone Scholas para el cambio educativo.

¿Con estos conceptos como base, en qué líneas de acción trabaja el proyecto?
La línea del olivo es la de los valores. El principal es la paz como plenitud; no como ausencia de guerra. El olivo es nuestro símbolo. Se ha plantado un millón de forma virtual y 500.000 reales en todo el mundo. Luego están las Scholas Ciudadanía, que nacieron como Escuelas de Vecinos en Argentina y reúnen a jóvenes de distintas condiciones de un barrio concreto para trabajar en un programa para despertar el compromiso ciudadano. También nos convertimos en aceleradores de proyectos como en El Salvador, donde estamos contribuyendo a integrar a 2.000 chicos vinculados a las maras. Y luego están las Scholas Labs, para apoyo virtual a las acciones que se hacen en cada lugar.

¿Qué características deben tener las escuelas para poder formar parte de esta red?
No hay una limitación, basta con que sean reconocidas en el país. Una vez dentro empiezan a interactuar con otras escuelas, a compartir y desarrollar proyectos conjuntos, a expresar necesidades. Las escuelas abren sus paredes, se comunican entre sí. Hay 500 proyectos compartidos, como uno en el que chicos enseñan castellano a jóvenes chinos y viceversa. Se genera un entorno colaborativo.

Publicidad

¿Hay apertura por parte de los gobiernos para cambiar los modelos educativos caducos?
Es muy difícil. Hay cierta comodidad e inercia en los gobiernos, pero también en la corporación docente. Es preferible estar equivocado, pero estar más seguro. El coste de asumir riesgos puede ser alto y muchas veces incómodo; por eso, el papa cuando topó este tema en un congreso dijo que hay que tener cierto grado de locura y hasta estar dispuesto a perder, en parte, la fama.

Entonces, ¿cómo se trabaja con los docentes?
Se capacitan a partir de la experiencia, viendo el compromiso que asumen los chicos; las ganas que le ponen, cómo mejora la conducta y la convivencia. Es una revolución educativa porque no queremos hacer más de lo mismo.

Publicidad

¿Los medios se han olvidado de educar?
Es que hay que transformar la responsabilidad social empresarial y empezar a pensar en la responsabilidad social educativa. Es lo que han hecho quince grandes medios del mundo, como EL UNIVERSO, que se han sumado a esta campaña de valores que tiene que ver con la cultura del encuentro.

¿Cómo se financia un proyecto de esta magnitud?
Esto no lo financia el Vaticano. Se organizó el Partido Interreligioso por la Paz para recaudar fondos. La gente se suma como cooperadora, poniendo algo de su bolsillo. Esta es una red de voluntarios y una manera diferente de abordar el compromiso; por eso, muchos nos ven como un movimiento de renovación.

¿Habría sido posible este proyecto sin el carisma del Pontífice?
Imposible. Tenemos un impulsor, un líder mundial que va más allá de los límites de cualquier institución. No es casual la multiplicación de ayuda y de redes que se forman. Y él está pendiente de cada detalle, casi semanalmente.

Conoce desde hace décadas al papa Francisco. ¿Cómo le ha cambiado el Vaticano?
Francisco es Jorge Mario Bergoglio ciento por ciento. Se viste de blanco, pero aún mantiene sus zapatos negros.

Publicidad

¿Es un buen jefe, entonces?
Excelente y muy exigente. Tener a Francisco como jefe es disfrutar de la libertad para trabajar y de la responsabilidad con la que uno hace las cosas a su lado. La contención que brinda y la cercanía con la que uno cuenta es maravilloso. (I)