El papa Francisco pidió ayer a los gobiernos que erradiquen la “vergonzosa plaga, indigna de una sociedad civil” que supone que todavía existan casos de esclavitud, explotación, abusos, torturas y mutilaciones en el mundo.

“Aliento a todos aquellos que trabajan para ayudar a los hombres, mujeres y niños esclavizados, explotados, abusados como instrumentos de trabajo o de placer y a menudo torturados y mutilados”, afirmó el pontífice desde la ventana del Palacio Apostólico vaticano.

Durante su discurso posterior al rezo del ángelus dominical, Jorge Bergoglio afirmó que estas personas “son humilladas en su dignidad” y mostró su esperanza de que “aquellos que tienen responsabilidades de gobierno luchen con decisión para erradicar las causas de esta vergonzosa plaga, indigna de una sociedad civil”.

Publicidad

Antes del rezo dominical, el papa recordó a los fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro del Vaticano que el próximo 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo y pidió que la atención a los pacientes se realice siempre “con amor al Evangelio”.

“En nuestro tiempo (...), a pesar de los avances de la ciencia, el dolor interno y físico de las personas suscita serios interrogantes sobre el significado de la enfermedad y el dolor, y el porqué de la muerte. Son preguntas existenciales a las que la Iglesia debe responder a la luz de la fe”, dijo.

Asimismo, pidió ayer a los matrimonios y parejas que estén enfadados que no acaben el día “sin hacer las paces”.

Publicidad

El pontífice acudió a la parroquia de San Michele Arcángelo, en un barrio periférico del norte de Roma, donde conversó con enfermos y personas sin hogar, pero también con niños y jóvenes que dan clases de catequesis.

“En un matrimonio es una cosa fea el rencor. Nunca terminéis el día sin hacer las paces, al menos con un gesto”, dijo.

Publicidad

Antes de llegar a la parroquia, el pontífice visitó por sorpresa un poblado gitano. (I)

Detalles
Puesto en Vaticano

Obispo destituido
El obispo alemán Franz-Peter Tebartz-van Elst, de 55 años y destituido hace nueve meses por el papa Francisco por su estilo autocrático y una fuerte propensión al lujo, tiene ahora un puesto en el Vaticano, según la agencia germana dpa.