Como peregrinos que van a algún sitio sagrado, llegan de todo el mundo para rendir homenaje no a una deidad ni a nada similar, sino a la gente que ven a diario en la televisión o en el cine.

Multitudes de curiosos acuden a un barrio de Los Ángeles para ver el gran cartel de Hollywood, símbolo de riqueza y del cine estadounidense. Igual que los peregrinajes a la Basílica de San Pedro en Roma o a la Acrópolis de Atenas, tratan de acercarse lo más posible al sueño de inmortalidad que representa el cartel.

A diferencia de otros sitios turísticos, sin embargo, el visitante no puede tomar un autobús o ir en un tour. Para llegar al cartel en una ladera desde la que se observa la ciudad de Los Ángeles hay que atravesar un barrio densamente poblado por 20.000 personas, repleto de mansiones millonarias a lo largo de caminos angostos de montaña.

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"Este fin de semana tendremos seguramente 10.000 visitantes", dijo Guy Pohlman visiblemente molesto frente a su casa, a corta distancia del acceso a un sendero que lleva al cartel en el Parque Griffith.

Entusiasmo por el Óscar

Al acercarse la entrega de los premios Óscar, el entusiasmo por ver el cartel aumenta.

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"La gente se sube a mi muro para tomar fotos", dijo Pohlman. "He visto gente en el techo del garage de mi vecino. Hay gente que para su auto en el medio de la calle y se sube al techo para tomar fotos. Bloquean nuestros vehículos de servicios de emergencia. Bloquean los camiones del correo".

Cuando no pueden seguir en la cima de la angosta calle donde vive Pohlman, les cuesta dar la vuelta para regresar sin golpear la pared de un vecino. De vez en cuando algún residente del barrio sale de su casa para gritarle de todo a estos inoportunos curiosos que alteran el orden.

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Pero los visitantes siguen llegando. (E)