Los hay en lugares cerrados o al aire libre, cuyo número promedio de participantes es 10 y pueden sumarse otros profesionales, y sobre todo, pueden ser bailables o musicales (de canto o instrumental).

Se trata de los flashmobs –multitud relámpago, en el sentido literal de su traducción, o acción colectiva artística ejecutada por corto tiempo–, que en Guayaquil se realizaron con mayor frecuencia en el 2014.

Tres conjuntos locales, que han participado con otros solistas en estas iniciativas, que pueden tener fines comerciales, sociales o de entretenimiento, son el Stábat Máter Vocal Ensamble, la agrupación cultural Ecuaprolírica y el coro de cámara (a cargo de Enrique Silva Gil) del conservatorio Maria Callas.

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La soprano Beatriz Parra, rectora del conservatorio, sostiene que su cuerpo musical empezó los flashmobs hace dos años invitado por una empresa privada. Se hizo una presentación para el Día de la Madre y otra para Navidad.

El barítono José Luis Pombo, director general de Ecuaprolírica, refiere que su conjunto arrancó con estas iniciativas artísticas en junio del año pasado para promocionar sus funciones de zarzuela. Las hicieron en el local de una cadena nacional de supermercados, porque esta era su auspiciante.

Para realizar las acciones colectivas musicales se requiere de ensayo por varias semanas. Se elige el repertorio, los cantantes lo estudian y luego la preparación con la coreógrafa sobre la distribución de los miembros en el lugar de la actuación.

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“Se indica cuál será el rol de cada uno, quiénes se mezclarán con el público, quiénes harán de empleados para que se vea lo más espontáneo posible”, señala el bajo Fabián González, director del grupo Stábat Máter.

La última fase consiste en dirigirse al lugar donde se hará el flashmob para revisar el sitio y ensayar con todos los elementos y utilería necesarios.

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Se necesitan cantantes líricos con experiencia en actuación o en escena, un pianista acompañante e instrumentistas creativos (porque la música es en vivo), menciona el líder de Ecuaprolírica.

Expresa que el espíritu de esta acción colectiva artística es “la alegría que da al público la sorpresa de encontrarse de un momento a otro gente que canta o baila”.

El repertorio para los flash-mobs es variado. “Hay música semipopular conocida y siempre algo del repertorio clásico, para promocionar este género”, añade la rectora del conservatorio Maria Callas.

Las presentaciones de estos cuerpos líricos se han cumplido en centros comerciales, cadenas de supermercados, centros de educación superior y aeropuerto de Guayaquil.

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Las acciones colectivas artísticas seguirán realizándose por el ímpetu de las agrupaciones musicales locales, ya que consideran que estas presentaciones son una forma de “desarrollar el teatro musical”, asegura Parra. Mientras González espera que la empresa privada continúe apoyándolos en estas iniciativas. (F)