Muy sonriente, Tran Quang Thieu muestra su caza del día: una decena de kilos de ratas atrapadas en los arrozales cerca de Hanói, la capital de Vietnam, donde los roedores pasaron de ser una plaga de los cultivos a una presa apetecible.

En la localidad de Van Binh, Thieu y su equipo trabajan día y noche en los campos, donde afirma que los roedores devoran hasta un 20% de la producción de arroz. En Vietnam, este producto es esencial para la economía del país, segundo exportador mundial de este grano.

"Al igual que nuestros vecinos, con mi familia tuvimos que abandonar importantes superficies de nuestros cultivos. Las ratas destruyen los cultivos", dijo a la AFP Hoang Thi Tuyet, una campesina de 46 años.

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Thieu, un campesino reciclado en cazador de roedores hace unos 15 años, admite que "es muy difícil capturar a las ratas, son muy inteligentes y corren hasta a 2,7 metros por segundo" y detalla que "en Vietnam hay más de 43 especies de ratas diferentes".

Inicios de la ‘ratacultura’

Todo comenzó en 1998 cuando inventó unas trampas increíblemente efectivas, que funcionan sin cebo y se basan en un mecanismo físico.

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En las temporadas, "las pérdidas agrícolas causadas por las ratas son enormes. Además, estos animales provocan incendios y explosiones cuando muerden los cables eléctricos de las casas y de las fábricas", explicó el sonriente anciano.

"Las ratas arrasan cada año cerca de 500.000 hectáreas de arrozales y provocan pérdidas por cientos de millones de dólares, sin mencionar los riesgos transmisibles al hombre", confirmó Nguyen Manh Hung, del instituto de Ciencias Agrícolas.

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Thieu, conocido como "pequeño rey", cuenta que reciben pedidos de todo el país, pero que no pueden hacer todo por falta de tiempo.

Con esta idea, logró hacer una fortuna y con sus cinco hijos logró poner en marcha seis compañías especializadas en la caza de ratas y ha vendido 30 millones de unidades.

Su técnica se emplea en todo Vietnam, pero también en China y en Camboya donde los contratos de Thieu no se limitan al sector del arroz e incluye a escuelas, ministerios e incluso locales de la policía en Hanói.

"Una vez, eliminamos en una noche hasta 300 kilos de ratas en una isla turística de Hanói", cuenta con orgullo.

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Eliminación de enemigos naturales

Desde algunos años, la población de ratas se había multiplicado en el país debido a la caza de serpientes y de gatos, que son sus "enemigos naturales".

En este contexto, en la provincia de Thai Binh, en el sur de Hánoi, las autoridades tomaron recientemente la iniciativa de comprar las colas de rata para incentivar la desratización.

Además, los campesinos pueden revender su cosecha, ya que en Vietnam, estos roedores son consumidos en una zona que va desde Hánoi, en el norte del país, a Mékong en el sur.

De las ratas que captura Thieu, una parte está destinada a los restaurantes y el resto es entregado a los campesinos como alimento.

"Desde la guerra la gente, en especial los campesinos, lo consumen, a falta de otras carnes", cuenta Thieu.

Una variedad de platos

Asadas, cocidas al vapor o al limón, el roedor se prepara en una gran variedad de platos, según las costumbres locales, al igual que el perro o el gato.

Sin datos oficiales sobre el consumo en este país, los diarios locales aseguran que cada día el país importa 3 o 4 toneladas de carne de los países vecinos.

Para Phan Phan, habitante de un pueblo de Dinh Bang, en el norte del país, ha hecho de este plato una de sus especialidades.

"Este es el plato que hay que tener en las fiestas familiares, las bodas y el final del año. La gente piensa que el consumo les permite escaparse de 'la mala suerte'", asegura. (E)