Por estos días, y por la proximidad a las fiestas de Navidad y fin de año, llegan más turistas al cantón, sobre todo los fines de semana. Unos van a disfrutar de las playas y otros acuden a la parroquia Atahualpa para admirar y, luego, comprar el arte que sus ciudadanos plasman en la madera.

En la provincia, Atahualpa es considerada la capital del mueble. Aquí hay hábiles escultores, herederos del oficio de la ebanistería. También están aquellos artesanos que hace cinco años comenzaron a tallar en madera creaciones y réplicas variadas, pedidas por clientes que demandan trabajos complejos y bien elaborados.

Son cinco los habitantes de esta parroquia dedicados a la actividad. Ellos aprendieron la técnica de los artistas de San Antonio de Ibarra, quienes los capacitaron. Para ello tenían que ser excelentes dibujantes.

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Uno de los árboles que utilizan en San Antonio de Ibarra para tallar este arte es el de naranjilla. En Atahualpa, en cambio, el aliado es el cedro amargo, ya que se presta para dejar un mejor acabado.

Juan Elías Orrala es uno de los cinco escultores que fueron preparados por sus colegas de Ibarra. Su más reciente trabajo es lo que llama una santa muerte, nombre opuesto a sus creencias, dice. El costo de la escultura de un metro con cincuenta centímetros pasa de los $ 350, afirma, y para terminarla tardó unas tres semanas.

Las gubias (de las que hay más de 30 clases) son las herramientas que más utilizan para modelar, pulir y hacer ciertos rasgos en las esculturas. También están las lijas de estearato, que son para la madera.

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Esculpir, encerar, pulir y sellar son los pasos que siguen estos artesanos para realizar las esculturas, que pueden ser clásicas, estilizadas, contemporáneas u otras. (F)