Estos personajes forman parte de muchas comparsas que se realizan en distintas fechas a lo largo del callejón interandino, aunque ocasionalmente llegan a sectores de la Costa ecuatoriana. Recuerdan al curiquingue (o curiquinga), ave de gran simbolismo en la mitología de los pueblos de la serranía local.

Les llaman los hombres pájaro. Tienen un riguroso vestido blanco, con alas muy grandes y una especie de bonete (tipo de gorra) bastante alto que va sobre la cabeza y que termina en un pico pequeño de ave.

Dentro de la comparsa de la Mama Negra se los ve marchar y danzar unidos; con sus grandes alas abrazan a los espectadores del desfile y les picotean las cabezas, lo que origina la diversión de niños y adultos.

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En bailes y rituales de otros sectores del país –como en el caso de Riobamba– el curiquingue luce un vistoso traje color celeste adornado con piedras y trozos de vidrio, igualmente de muchos colores. Asimismo, hace su aparición en las fiestas religiosas y culturales del Corpus Christi (en junio), que dicho sea de paso dejan escuchar el tono musical de la curiquinga.

Diciembre y enero son meses en los que mayormente las comparsas incorporan a los graciosos personajes curiquingues, con motivo de los festejos dedicados al Niño Dios y por el nuevo año. La mitología cañari también conserva especiales episodios a esta ave sagrada del inca; y los investigadores resaltan que el baile se remonta a etapas prehispánicas.

Fuentes: Compadres y priostes: la fiesta andina como espacio de memoria y resistencia cultural, por Luis Fernando Botero; Un mundo mágico-mítico en la mitad del mundo, por Darío Guevara.