Decenas de miles de españoles rindieron este viernes un último homenaje a la excéntrica y carismática duquesa de Alba, cuyas exequias se celebraron en la catedral de Sevilla, entre afectuosos recuerdos a la aristócrata con más títulos del mundo.

"Noble por herencia y noble, muy noble, de corazón", la definió el cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, durante la misa celebrada en presencia de la hermana mayor del rey Felipe VI, Elena de Borbón, y otras altas personalidades de la aristocracia y la vida pública española.

Cubierto por una bandera española y otra con el escudo de la Casa de Alba, fundada en el siglo XV, el féretro fue instalado frente al altar mayor, entre cuatro grandes cirios sobre candelabros de plata y junto a dos cojines rojos con todas las condecoraciones de la duquesa.

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Nacida el 28 de marzo de 1926 en Madrid, María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva falleció el jueves rodeada de su familia en su lujoso Palacio de las Dueñas en Sevilla, donde había sido trasladada el martes por su expreso deseo, tras dos días hospitalizada debido a una neumonía.

La muerte de la duquesa de Alba, una de las mujeres más ricas de España, célebre por una excéntrica personalidad que la convirtió en personaje predilecto de la prensa del corazón, entristeció a muchos sevillanos, que salieron a las calles para darles un último adiós.

"Era una persona generosa, al servicio de los más necesitados", dijo el cardenal ante las miles de personas reunidas en la catedral sevillana, famosa por su campanario, conocido como la Giralda, principal emblema de esta ciudad del sur de España.

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Desde que el jueves se abrió la capilla ardiente en el ayuntamiento la capital andaluza, más de 80.000 personas, según medios locales, pasaron a despedirse de la aristócrata, que acumulaba más de 40 títulos nobiliarios fruto de las uniones de sus ancestros durante siglos a lo largo y ancho de Europa.

Al mediodía, el féretro había abandonado el consistorio entre aplausos de miles de personas y fue transportado en un coche fúnebre, ornamentado con una inmensa corona de rosas rojas, hacia la catedral.

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Miles de admiradores y curiosos se congregaron a lo largo del camino, para ver pasar al cortejo, acompañado a pie por la familia más cercana y por el último esposo de la duquesa, Alfonso Díez, 25 años menor que ella.