Para el Museo Metropolitano de Arte, un punto de inflexión se produjo en 2011. Se quitaron los letreros en los que se imploraba a los visitantes que guardaran los teléfonos celulares. El Met modernizó su sitio web, adaptándolo para que se vea en las pantallas de los teléfonos inteligentes. El museo no solo estaba permitiendo al visitante utilizar esos aparatos mientras exploraban las obras de arte, sino que lo fomentaba.

Se aceptó la experiencia digital y tenía el propósito de mejorar la experiencia física de explorar el museo. La tendencia solo se ha acelerado desde entonces, en el Met y en museos del mundo. A primera vista, podría parecer una capitulación, ceder ante el enemigo virtual cuando los muesos son tan esencialmente espacios físicos.

No obstante, si se escucha a curadores y administradores de museos hoy, es frecuente que parezcan ejecutivos de medios, de tiendas minoristas, de bienes de consumo y de otros sectores. Hablan de exponer sus artículos en “plataformas múltiples” y de la importancia de la estrategia de medios sociales y de la mentalidad “lo digital primero”.

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“Quieres que ocurra la forma en la que la gente vive su vida, en el museo”, dijo Carrie Rebora Barratt, la subdirectora de colecciones y administración del Met.

Se está redefiniendo a los museos para la época digital. La transformación, dicen funcionarios de museos, promete tocar cada aspecto de lo que hacen, desde cómo se presentan y se experimentan el arte y los objetos, hasta lo que se define como arte.

La necesidad pragmática de ser atractivos para los públicos modernos, que esperan estar rodeados de tecnología, es un motor de cambio. Sin embargo, funcionarios de museos insisten en que también hay una poderosa lógica estética y cultural. Es el cada vez mayor reconocimiento de que, Paola Antonelli, curadora sénior de arquitectura y diseño en el Museo de Arte Moderno, lo expresa así: “Vivimos no en lo digital, no en lo físico, sino en el tipo de sopa 'minestrone’ que hace nuestra mente con los dos”.

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Los museos, insiste Antonelli, tienen un papel importante que jugar en ayudar a que las personas exploren y comprendan la cultura híbrida emergente. “Es este extraño momento de cambio”, explicó. “Y el espacio digital es cada más otro espacio en el que vivimos”.

El museo del futuro sucederá en pasos evolutivos. Sin embargo, algunos ya se están dando. Las tecnologías digitales que se están desplazando o desarrollando incluyen: realidad acrecentada, una especie de programa informático, inteligente y asistente, que entrega a un teléfono inteligente información o imágenes suplementarias, relacionadas con una obra de arte; proyecciones en alta definición de una obra, un paisaje o un cielo nocturno, que ofrecen una experiencia multisensorial, y tecnología 3D para mediciones e impresiones que permite que la gente reproduzca, sostenga y sienta una réplica precisa de un objeto.

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Renovado museo de diseño

En diciembre, se volverá a abrir el Museo de Diseño Cooper Hewitt y ofrecerá su visión de un museo de diseño en el siglo XXI. Con la renovación de 91 millones de dólares, que duró tres años, el museo tendrá 60 por ciento más espacio para galerías y nuevas experiencias para el visitante.

Al entrar, cada visitante recibirá un bolígrafo negro, equipado con una reducida cantidad de memoria informática, un radiecito de comunicación de corto alcance y un estilógrafo sensible al tacto que se puede usar para escribir y dibujar en enormes mesas interactivas con superficies que son pantallas táctiles. El bolígrafo digital es un ingrediente en el nuevo diseño del museo, cuyo propósito es “dar al visitante permiso explícito para jugar y explorar, por sí mismo, el proceso del diseño”, explicó Sebastian Chan, el director de medios digitales y emergentes en Cooper Hewitt.

Un lugar en el que se podrá hacer eso es “el salón de inmersión”. Ahí, la persona puede, por ejemplo, usar el bolígrafo en una de las muchas selecciones de la colección de diseños de papel tapiz del museo. Entonces, ese papel se proyecta claramente por todo el salón. “Puedes ver y experimentar papeles tapices históricos como nunca antes se había podido”, dijo Chan.

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Hiperconectados

Un visitante también puede dibujar su propio diseño de papel tapiz en una mesa interactiva. Conforme la persona va dibujando, un programa informático astuto puede detectar imágenes comunes, retraer información relevante y, en su propia forma, comunicarse con el visitante. “Parece que estás dibujando una flor”, entona y luego enlaza con una grabación corta, en audio, de un experto en motivos de flores en papel tapiz, desarrollados al paso de los años.

En la Institución Smithsoniana, se usa cada vez más la tecnología 3D para conversación, investigación y programas de educación pública. El escaneo de grano fino permite una profundidad en la colección de datos y el análisis que no era posible antes. El cañonero PhiladelPhia, construido en 1776, es el último buque con cañones que queda de la Guerra revolucionaria estadounidense. El barco histórico se escaneó en 3D, así es que los espectadores en línea pueden verlo desde ángulos imposibles cuando se está en el Museo Nacional de Historia Estadounidense, en Washington. Asimismo, también se escanea con regularidad para que los conservadores puedan tener advertencias tempranas de deterioros en la antigua estructura de madera.

La Galería Nacional del Retrato en Washington tiene dos máscaras de Abraham Lincoln hechas en vida. Las máscaras – de moldes de yeso que le colocaron en la cara – se hicieron en 1860, el año en el que lo eligieron para el primer mandato, y en 1865, dos meses antes de que lo asesinaran. El personal de la Smithsoniana escaneó las máscaras en 34D y los datos están disponibles para descargarlos e imprimirlos con una impresora estándar 3D. Escuelas de todo Estados Unidos han hecho justamente eso.

“Se pueden ver los estragos que le causó la guerra civil a este hombre, esas decisiones de vida o muerte”, comentó Günther Waibel, el director del programa de digitalización en la Smithsoniana. “Con el dedo, puedes seguir las profundas arrugas en el rostro de Lincoln. Te dan escalofríos en la columna”.

Telefonía móvil

En el mundo de los museos, la realidad acrecentada puede significar cualquier tecnología que da al visitante información adicional, desde recorridos con audio hasta sitios web. La nueva aplicación del Met para aparatos móviles Apple, la cual se introdujo en septiembre, es un buen ejemplo de una aplicación bien diseñada para un teléfono inteligente, con listas de exposiciones actuales y actividades cotidianas, así como recomendaciones de obras de arte para asiduos y familias con niños.

Una visión futurista, dicho simplemente, es la de una guía digital de museo. Elizabeth Merritt no usa la frase, pero se acerca bastante a lo que tiene en mente. “Estoy esperando un mentor museográfico Watson que aprenda para que adopte y esté personalizado según mis intereses y nivel de conocimiento”, explicó Merritt, directora fundadora del Centro para el Futuro de los Museos en la Alianza Estadounidense de Museos. “Esa es mi idea alocada de hacia dónde va esta tecnología digital”.

Merritt se refería a Watson de IBM, que superó a los campeones humanos en Jeopardy!, el programa de televisión de preguntas y respuestas, en 2011. IBM ha trabajado para aplicar la tecnología de inteligencia artificial Watson en muchos campos, incluida la medicina, en la que asiste en el diagnóstico. Y puede no ser tan alocado el concepto de mentor en museos que ella tiene, después de todo. Jon Iwata, un vicepresidente sénior en IBM e integrante del consejo de fideicomisarios de Cooper Hewitt, la llamó “una muy buena idea”, una que IBM bien podría considerar colaborar con los museos que quieran hacerla realidad.

Curadores y administradores de museos sí tienen inquietudes sobre el costo de las iniciativas digitales y cómo fomentar más experiencias de “mirar hacia arriba”, hacia el arte en lugar de hacia abajo, al teléfono inteligente o la tableta. No obstante, es asombroso el grado en el que los principales museos han recibido la tecnología digital, no solo como algo inevitable, sino también como una aliada para llevar la cultura a una público más amplio.

No hace mucho, a los museos les inquietaba que al abrir las colecciones y subir las imágenes a internet cambiara la vista en línea, afectando a la asistencia a los museos.

“Eso ha resultado estar totalmente equivocado”, notó Barratt del Met. “Culturalmente, lo que vemos es los opuesto. Cuando la gente puede ver obras de arte en línea, es una probada, y quiere ver más, a menudo en persona, si puede”.