Leer Platero y yo es posible en muchos idiomas, no en vano es la obra literaria más traducida después de El Quijote y, a partir de ahora, también se podrá hacer en quechua, una lengua precolombina hablada por diez millones de personas, en Perú, Ecuador y Bolivia.

Se trata de “un hito histórico”, explica a Efe, Alfonso Bilbao, el impulsor de la iniciativa que ve la luz gracias al apoyo de la Fundación Caja Rural del Sur (embajadora del Año Platero) y la Fundación Morera Vallejo, la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, la Diputación de Huelva y la Universidad Internacional de Andalucía.

Todo comenzó hace cuatro años a raíz de “unas ideas locas que se le ocurren a uno”, recuerda Bilbao quien quería hacer algo relacionado con el mundo de la cultura y entendía que la literatura tiene “una deuda histórica con los idiomas originarios de América”.

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Fue entonces cuando le propuso a su amigo, el director de la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, Antonio Ramírez Almansa, la posibilidad de traducir esta obra a uno de los idiomas precolombinos más extendidos, el quechua, al que hasta el momento solo han sido traducidos la primera parte de El Quijote de Miguel de Cervantes, y El principito, de Saint Exupery.

Rápidamente, le cogió la idea y se pusieron a trabajar, pero “fracasó por determinadas circunstancias, y lo dejamos congelado hasta este año que, con motivo del centenario de la primera edición de Platero y yo, vimos una ocasión inmejorable”.