El papa Francisco está cumpliendo su promesa de que la Iglesia católica acepta a todos los fieles, no solo a aquellos que obedecen perfectamente sus enseñanzas. Este fin de semana va a casar a 20 parejas, incluyendo algunas que ya viven juntas y aquellas con hijos, pecados a los ojos de la Iglesia.

La boda colectiva de hoy en la Basílica de San Pedro coincidirá con el inicio de un estudio vaticano de dos años sobre una serie de asuntos que afectan la vida familiar, incluyendo relaciones sexuales prematrimoniales, anticoncepción y divorcio.

La diócesis de Roma, que organiza la ceremonia, dijo que las parejas tienen desde veintitantos hasta cincuenta y tantos e incluyen a “aquellos que ya viven juntos, aquellos que tienen hijos, aquellos que se conocieron en la iglesia”.

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Francisco sentó una suerte de precedente en enero cuando bautizó al hijo de una pareja que no se había casado por la iglesia sino solamente en una ceremonia civil.

La decisión de casar parejas que teóricamente viven en el pecado es una nueva señal de su aspiración a una Iglesia más compasiva y capaz de perdonar, menos interesada en la moral y los reglamentos que en ganar almas.

Francisco con frecuencia deplora que para mucha gente el matrimonio es una disposición temporaria, no un compromiso para toda la vida.

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“Ustedes son los valientes porque tienen el valor de casarse hoy”, dijo a las parejas de recién casados que asistieron a su audiencia general del miércoles pasado, ellas de blanco y ellos de etiqueta.

Juan Pablo II celebró bodas públicas dos veces durante su pontificado, en 1994 y 2000. El papa emérito Benedicto XVI no celebró el sacramento durante su pontificado.

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Actualmente, al haber roto el sacramento del matrimonio, único e indisoluble, los divorciados cometen una infracción con la ley de la Iglesia y no pueden comulgar. El papa está cerca del campo de los que piden que se relajen las normas a favor de los divorciados.