Hay que pensar en él como el hermano de Terminator, amigable con los humanos. En el vestíbulo de un hotel, al otro lado de la calle frente al campus de Apple, un empleado de la recepción coloca una rasuradora en la bandeja de un robot de un metro de altura y marca el número de una habitación en una pantalla. El robot, Botlr, hace un ruido de reconocimiento y se dirige rodando hacia un elevador y su destino final.

El hotel Aloft en Cupertino, California, empezará a probar este botones robótico, un vehículo de servicio con ruedas, diseñado para transportar artículos de la recepción a las habitaciones de los huéspedes. Ya sea un artilugio o un signo de las cosas por venir, Botlr es el más reciente en una generación nueva de robots –como el automóvil sin chofer de Google; Tug, el robot de suministros para hospital de Aetheron, y Caddytrek, el caddie eléctrico para golf– que empiezan a caminar o rodar en el mundo cotidiano.

No sorprende que estos pasitos robóticos hacia la corriente principal hayan conducido a un amplio debate: ¿cuáles son las consecuencias de la inteligencia artificial, más lista que nosotros, como se ve en películas como Her y Transcendence? ¿El siguiente paso en la automatización de las máquinas llevará a eliminar más empleos?

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Los hoteles Aloft y Savioke, la empresa emergente en Silicon Valley que diseñó Botrl, insisten en que no les interesa la automatización como herramienta para ahorrar en mano de obra. Dicen que, simplemente, están puliendo la marca que abraza la tecnología en una cadena de hoteles pequeños, en tanto que esperan agregar algo de eficiencia.

“Yo veo esto como una mejora en el servicio a nuestros clientes”, señaló Brian McGuinness, vicepresidente sénior para las marcas Specialty Select de los hoteles Starwood, que incluye 100 Aloft, que se espera estén abiertos en 14 países para el año entrante. “No será remplazo de nuestro talento humano”, agregó.

En efecto, con todo y la discusión sobre los robots que invaden la vida cotidiana, su capacidad para desempeñar cualquier cosa que vaya más allá de tareas básicas sigue siendo, con mucho, parte de los experimentos en el laboratorio. Starwood utiliza al hotel Aloft, cercano al campus de Apple, como banco de pruebas de los artefactos y servicios más nuevos de la cadena hotelera, orientada a la tecnología, uno más de sus servicios llamados tech forward.