Siempre se pensó que la televisión se encontraba en una lenta espiral hacia su desaparición. Ahora se cree que lo mejor todavía está por llegar. Las nuevas formas de consumir TV a la carta a través de la red implican que dispone de programas cada vez más ricos, densos y complejos.

Cuando los canales de TV controlaban lo que se veía y cuándo se veía, emitían un capítulo por semana. La versión británica de House of Cards constaba de cuatro partes, cada una de una hora, que se emitieron en domingos sucesivos a fines de los años 90. Esto era lo más ambicioso que se podía hacer.

Anteriormente los que comisionaban series de más episodios aseguraban su apuesta insistiendo en que cada episodio debía funcionar como un programa independiente. La tele a la carta ha cambiado esto. La versión de Netflix de House of Cards consta de trece episodios (y otros trece en la segunda temporada). Cada uno de ellos es intrincado, incluso novelístico, en su tratamiento de los protagonistas y el guion.

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“Hace diez años uno se podía perder el episodio dos y el cuatro porque tenía una cena esos días, pero cuando se puede programar la serie como le plazca porque es a la carta, es más difícil no ver ciertos capítulos”, afirma Roy Price, de Amazon Studios.

La TV a la carta implica que se puede abandonar el modelo de planificación de “mínimo común denominador”.

Tradicionalmente quienes controlaban los canales apostaban por programas que tendían a maximizar la audiencia, asegurándose de que lo que ofrecían tenía un 80% de posibilidades de gustarle a la gente. De acuerdo con Price, “ahora cada serie tiene que ser la favorita de alguien”. Esto traslada un mayor poder desde los ejecutivos hacia los guionistas y creadores.

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“Hay que crear un ambiente en el que se favorezca la visión artística”, añade.

La forma en la que la TV está organizada actualmente (en horas, medias horas y temporadas) es producto de la era ‘lineal’. Internet abre la puerta a explorar con nuevas formas audiovisuales.

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Sentarse en el sofá y ver una serie entera en un par de días es una práctica común, pero no hay razón por la que no se puedan hacer programas que duren 12 o incluso 24 horas, y que la gente se planifique como mejor le parezca. Todo depende de tener una buena conexión y de que las compañías puedan ofrecer sus series sin restricciones.