Rosa Elena Tránsito Amaguaña Alba irrumpió en el escenario de la sala Aguilera Malta de la Casa de la Cultura, el sábado pasado. La actriz Sara Utreras encarnó a la líder indígena en el monólogo en kichwa-castellano Mama Tránsito Amaguaña Pushak Warmi-Cabecilla.

Amaguaña fue la pionera de la defensa de los derechos indígenas y de las mujeres. Falleció el 11 de mayo del 2009 a los 100 años en Pesillo, Cayambe (Pichincha). Sara invocó su pensamiento, su memoria, su vida en este monólogo que tuvo como público a estudiantes de la Universidad Salesiana.

En su papel, la actriz recordó la niñez de Amaguaña, marcada por la injusticia en una hacienda, donde desde pequeña tuvo que aprender los oficios domésticos. Fue testigo de los castigos más feroces a su padre y la condena impuesta por un hacendado a su tía, a quien culpó por la muerte de un borrego. El patrón ordenó que aten el cadáver del animal a su tobillo y lo lanzaran al abismo, despeñando también a la tía de Amaguaña.

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A lo largo de la obra, Utreras se cambiaba de ponchos, se ponía sombreros, tomaba el bastón, se encorvaba y con una voz aguda y fuerte narraba la vida de la líder. Tránsito contaba que se casó a los 14 años, pero su marido se oponía a que asistiera a las reuniones de la organización indígena que se iniciaron con la ayuda de jóvenes socialistas. En el interior del hogar, la violencia se repetía a golpes.

Pero en su mente estaba sembrada la lucha política. Una de sus mentoras fue su madre, que siempre la impulsó a ser la cabecilla y le decía: “Lucha por la tierra, por el agua para que mishus y blancos entiendan que para todos, todo”. El único hijo que tuvo murió y Tránsito continuó su camino político. En el escenario, el sonido de la caracola anunciaba la insurrección, recreando uno de los levantamientos indígenas que ocurrió a principios de los años treinta. El bastón daba golpes en el piso con cada grito: “Aumento de salario, jornada laboral de ocho horas y seis días de trabajo, supresión de los diezmos y eliminación de los huasipungos…”.

Unas vasijas grandes que permanecieron en el escenario se convirtieron en escondite y trinchera. Sara entraba y salía de su interior, reviviendo esos tiempos difíciles, en los que dirigentes debían enfrentar balas y persecusiones mientras realizaron más de 25 viajes a pie hasta Quito para reclamar sus derechos. El monólogo también recrea las secuelas de la lucha que significó la cárcel para Tránsito por sus viajes a Rusia y Cuba como representante y camarada campesina.

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La música, las coplas, el canto y el rondín característicos en la vida de la mama Tránsito estuvieron presentes en esta obra, que es el mejor tributo de la artista para la dirigente indígena. Siempre tuvo en mente presentar esta obra mientras Tránsito vivía, pero por una serie de obstáculos y falta de recursos, no se concretó. Ahora con la pieza intenta que todos conozcan acerca del legado de esta mujer.

La unidad es como la mazorca, si se va el grano, se va la fila, si se va la fila se acaba la mazorca.Tránsito Amaguaña, líder indígena fallecida en el 2009