Parece ser que los divorcios se han convertido en una fiesta, con pastel y todo. Planeadores de eventos, reposteros, abogados y académicos hablan de un aumento en las “fiestas de divorcio” en los últimos años, con pasteles decorados con la figura de la novia empuñando un arma o glaseado negro en pasteles invertidos.

“Yo les digo fiestas de liberación, porque no se celebra el fin del matrimonio sino la libertad que uno escoge en la vida”, dijo Richard O’Malley, planeador de eventos de Nueva York que organizó un festín de divorcio que le costó a una mujer unos 25.000 dólares.

Michal Ann Strahilevitz, profesor de Mercadotecnia de la Universidad Golden Gate en San Francisco, ha ido a tales fiestas y las considera parte de una tendencia mayor.

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“La gente también está celebrando cosas como dejar de vivir en casas de sus padres o el cumpleaños de sus mascotas. Los que sobreviven al cáncer lo celebran también. Ha habido un gran aumento en la variedad de cosas que la gente celebra en Estados Unidos”.

Steve Wolf, quien vive en las afueras de Austin, Texas, se pregunta por qué no celebrar un divorcio. Wolf se separó amigablemente de su esposa con una fiesta en la que participó su ex, y el pastel de limón lo preparó ella misma.

Wolf, padre de tres hijos, considera el fin de su matrimonio una “separación consciente”. La fiesta, dijo, fue una manera de cerrar el divorcio y fue especialmente importante porque sus hijos participaron.

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“Queríamos hacer algo que expresara que el fin de nuestro matrimonio no es el final de la relación sino dedicarnos a cosas como criar juntos a nuestros hijos y manejar juntos nuestro negocio”, dijo Wolf, cuya esposa trabaja para él en el servicio de efectos especiales para la industria cinematográfica.

“Cortamos el pastel como lo hicimos en la boda hace 10 años”, agregó.