Cada día, hombres y mujeres empujan carretillas, mueven ollas, sartenes y encienden fuego para preparar comida que por menos de $ 2 consumen muchos ciudadanos, una realidad distinta al boom de la gastronomía peruana, célebre internacionalmente.

En Lima, una ciudad de más de ocho millones de habitantes, esta ola de carretillas y mesas es conocida como restaurantes de los ‘agachados’, por el costo del menú, asequible a trabajadores y estudiantes.

Se trata de la alternativa popular a los exclusivos y lujosos restaurantes que han surgido en esta ciudad en los últimos años y que han dado brillo a la gastronomía local.

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En ellos se puede comer en platos descartables los emblemáticos cebiches, tamales y anticuchos, entre otros, además de los combinados más extraños, como el ‘siete colores’, con siete recetas en un solo plato.