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El ayuntamiento de Roma otorgó este viernes la ciudadanía honorífica a Paolo Sorrentino (Nápoles, 1970), ganador de un Óscar al mejor filme extranjero por "La Grande Bellezza", quien afirmó que los funcionarios que han votado por dicho reconocimiento "se equivocan", aunque reconoció que "equivocándose, se enseña".

"Gracias al alcalde, Ignazio Marino, y a todos los consejeros que con su voto han hecho posible este homenaje. Se han equivocado y yo les doy las gracias, porque, como decía uno de los grandes de este país, Carmelo Bene, equivocándose se enseña", afirmó en el aula Julio César del consistorio.

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El ganador de un premio Óscar el pasado 3 de marzo y director de otros filmes como "Il Divo" (2008) reconoció que ayer, mientras preparaba su discurso, se "asustó", porque cometió el error de hacer un listado de las personalidades que cuentan con la ciudadanía honorífica de la Ciudad Eterna.

"Ayer por la tarde me asusté al hacer el listado de las personas que cuentan con este reconocimiento: Alessandro Manzoni, Giuseppe Verdi, Sandro Pertini o el actual presidente, Giorgio Napolitano. Fue entonces cuando me vino a la mente el título de un libro que no he leído, ¿Qué hago yo aquí?", ironizó el cineasta.

Por su parte, el alcalde de Roma agradeció a Sorrentino la imagen que ha proyectado de Roma con su película, destacó "la vehemente magia" de la ciudad y reivindicó que "Roma necesita muchos cuidados".

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"La película tiene como protagonista absoluto a Roma y su vehemente magia. Una ciudad retratada fuera de los estereotipos clásicos, banales y conocidos, y deja espacio a aspectos ocultos y desconocidos", reivindicó el regidos.

Sin embargo, Marino reconoció que Roma "necesita ser muy cuidada".

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"Roma necesita muchos cuidados. Para nosotros la mejor medicina para curar nuestra ciudad es la cultura, en cada una de sus formas", subrayó.

Desde que Sorrentino se alzara con el galardón, en Italia han surgido diversos documentales que contradicen la imagen que el director ofrece de la capital italiana.

Bajo títulos como "La Grande Bruttezza" (La gran fealdad), entre otros, se muestra el estado de abandono que sufren algunas zonas de la capital y critican el modo en el que el consistorio gestiona la manutención del patrimonio histórico de Roma.