Francisco Sánchez Gómez, quien durante medio siglo paseó por el mundo el nombre artístico de Paco de Lucía, descansa ya en el cementerio de su localidad natal de Algeciras (Cádiz, sur), punto de encuentro entre el Atlántico y el Mediterráneo que inmortalizó en su famoso tema Entre dos aguas.

Esta rumba, compuesta de manera improvisada en 1981 para completar el metraje de una grabación discográfica, según sus biógrafos, quedará para siempre unida al recuerdo de este músico que, en gran medida, dignificó, modernizó y universalizó el flamenco.

Paco, hijo de Lucía, la portuguesa, fue enterrado la tarde del pasado sábado en la orilla sur de Europa, que amaba tanto como las orillas caribeñas de Cuba y México, país este último donde pasaba largas estancias y donde la muerte le sobrevino el miércoles en forma de infarto.

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Esta fusión entre mares y orillas es una constante en la biografía de este insigne guitarrista que supo combinar como nadie el flamenco con el jazz y con otros géneros musicales, como atestiguan sus grabaciones con Chick Corea o con John McLaughlin o el reconocimiento que le ha brindado Keith Richards al conocer su muerte.

“La música de Paco consigue que imaginemos un mundo mejor”, sentenciaron los Príncipes de Asturias quienes, junto con miles de españoles, visitaron las capillas ardientes del artista instaladas el pasado viernes en Madrid y el sábado en Algeciras.

Una conmemoración en la que el pasado sábado otro músico andaluz y universal, Miguel Ríos, escogió para evocar al guitarrista algecireño los versos que Federico García Lorca.